Pesca de tiburón: una captura a ciegas en la costa de Oaxaca

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Foto: Gobierno de Quintana Roo / Baalche Proyecto Azul y La Escuelita del Tiburón.

Oaxaca tiene un historial pesquero que se resume en camarón, escama y tiburón. Este último capturado principalmente por pescadores ribereños en municipios como Puerto Ángel y Mazunte, donde la política pesquera enfrenta un manejo desactualizado desde 2013 y con registros poco fiables.

Uno de los principales problemas, explica el biólogo Israel Moreno Barrientos, es la falta de personal y mecanismos para dar seguimiento a lo que se pesca. “Es muy complicado tener observadores oficiales del gobierno en cada uno de los sitios donde se extraen los tiburones”, señala.

Como resultado, gran parte de los datos se basan en los registros de los propios pescadores. Una práctica vulnerable a omisiones o errores involuntarios. Lo que genera un problema importante en la información que sirve al diseño de la pesquería y por consecuencia a la conservación de la especie.

¿Dónde están los tiburones?

A diferencia de otras pesquerías, la captura furtiva en tiempos de veda de tiburón, del 1 de mayo al 31 de julio, no es tan alarmante como podría pensarse, indica Moreno. El investigador realizó la tesis “Estado de la pesquería de tiburón en la costa central oaxaqueña” y en sus conversaciones con pescadores conoció de acuerdos informales con autoridades, impulsada por la necesidad económica.

“Hay un porcentaje de pescadores que cuando entra la veda, se van a trabajar al campo o a la construcción, pero muchos se quedan en el ramo pesquero. Entonces, al no diversificarse, si les afectaba en la parte económica. Algunos llegaban a acuerdos para capturar, no tiburón, pero sí marlín o pez vela en una captura incidental donde pueden sacar también tiburón”, explica el biólogo.

Además, aunque existe cierto enfoque sobre la pesca ribereña, se suele ignorar a las embarcaciones de altura, que son las que realmente capturan la mayor parte del tiburón por su autonomía para operar durante semanas mar adentro. “Se le da más peso a la pesca artesanal como si fuera el principal problema, pero no lo es tanto”, apunta Moreno.

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Existen 17 especies de tiburón en peligro de extinción en la Lista Roja de la UICN. Foto: Conapesca.

El tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis) es, actualmente, una de las especies principales en los permisos comerciales de Oaxaca. Pero también hay otros tipos de tiburón que son capturados no porque se les busque deliberadamente, sino porque se enfrentan a un arte de pesca que no es selectivo.

“El palangre atrapa de todo, tanto tiburón como otros peces pelágicos como marlin y pez vela. No es selectivo. Es lo que llamamos captura incidental. Vas a tener la captura de todo, aunque tu permiso está solo para eso (una especie), tú vas a atrapar de todo por el arte de pesca”, señala el investigador.

A eso se suman prácticas como presentar el número de cuerpos de tiburón con sus respectivas aletas, pero no estipular que ambos deban coincidir en tamaño. “Lo que ocurre es que llevan cuerpos pequeños de cazón, por ejemplo, y los combinan con aletas grandes para aprovechar mejor el espacio en la carga”, denuncia Moreno. Esta ambigüedad normativa promueve indirectamente el aleteo, práctica ilegal que consiste en cortar las aletas de un tiburón y devolver el cuerpo al mar.

Turismo para conservar

Las relaciones entre el sector científico y el pesquero no han sido fáciles en Oaxaca. “Muchos pescadores creen que uno llega como biólogo solo a prohibirles pescar”, comenta Moreno.

Sin embargo, proyectos recientes impulsados por organizaciones civiles han comenzado a cambiar esa dinámica, principalmente, en el camino del turismo ecológico.

“Cabo Pulmo, en Baja California Sur, tardó 20 años, pero los tiburones han regresado. También hay playas que se llenan de tiburón limón… También en La Paz se regularizó el nado con tiburón ballena, que también está dejando una importante de derrama económica”, ejemplifica el investigador.

Zonas como Mazunte o Puerto Ángel tienen el potencial para replicar ese modelo, incluso con avistamientos marinos, insiste.

Otra propuesta es elevar el valor del tiburón comercializado en México. Aunque el consumo de carne de tiburón no es habitual y suele ocultarse bajo el nombre de "cazón", se podrían impulsar productos con valor agregado, en aceite o salsas, aprovechando la gastronomía local. “Eso incrementaría las ganancias sin necesidad de pescar más”, señala.

Finalmente, reconoce que la conservación del tiburón en Oaxaca no se resolverá solo con vedas o regulaciones.  “No es solo cosa de los pescadores. Es un problema de organización, de presupuesto y de prioridades gubernamentales”.

 

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