Crisis silenciosa en México: 92 ballenas grises muertas en Baja California Sur

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Foto: Francisco Javier Gómez Díaz.

-En la temporada 2024-2025 se registraron 92 ballenas grises varadas en Baja California Sur, una de las cifras más altas en décadas.

-El número de ballenatos cayó un 90 % respecto a un año promedio y apenas 85 crías fueron contabilizadas en las principales lagunas de reproducción.

-La población del Pácifico Norte Oriental se redujo a la tercera cifra más baja desde 1967: entre 11 700 y 14 450 ejemplares.

-Una disminución de alimento en el Ártico, producto del derretimiento de los hielos y cambios en la temperatura del agua, estaría detrás del problema. 

El 24 de febrero de 2025, una ballena gris (Eschrichtius robustus) fue hallada sin vida en una zona despoblada de las costas de El Mogote, en La Paz, al noroeste de México. Su cuerpo, de más de 13 metros, yacía en un avanzado estado de descomposición. 

La ballena había viajado desde el mar de Bering, frente a Canadá, donde se alimentaba cada año, hasta su zona de reproducción en Baja California Sur (BCS). Lo que preocupa, es que ese viaje migratorio no fue el último solo para este ejemplar, sino para decenas de otras ballenas grises. 

El hallazgo en El Mogote es uno de 92 casos de ballenas varadas registrados en la última temporada de reproducción en Baja California Sur, que abarca desde diciembre de 2024 a abril de 2025,  de acuerdo con datos de la NOAA Fisheries (NMFS por sus siglas en inglés). La agencia científica estadounidense, que mantiene un seguimiento de esta población a lo largo de su ruta migratoria, asegura que se trata de una de las temporadas más mortíferas para esta especie en la historia reciente.

Según Francisco Javier Gómez Díaz, director del Museo de la Ballena en La Paz y miembro activo de la Red de Varamientos de BCS, no hay indicios de intervención humana en estas ballenas varadas. Muchas, probablemente, murieron en alta mar y fueron arrastradas por las corrientes costeras, precisó. 

Además, los registros detallan una disminución drástica en el número de avistamientos; una baja significativa en nacimientos; y un incremento preocupante de ejemplares en condiciones corporales deficientes, es decir, animales flacos, con reservas de grasa tan reducidas que,  en ocasiones, los huesos se marcan bajo la piel. Expertos mantienen la hipótesis de que la disminución de alimento en el Ártico, producto de la pérdida de hielo marino, sumado a cambios en la temperatura del agua, influyó en el debilitamiento de las ballenas y en su muerte. 

“Lo que hemos visto nos hace pensar que llegaron desnutridas, lo que las hizo mucho más vulnerables y propensas a vararse”, dice Lorena Viloria Gomorra, investigadora del Programa de Investigación y Monitoreo de Mamíferos Marinos (PRIMMA).

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Foto: PRIMMA.

Una temporada crítica en Baja California Sur 

El último censo de NOAA Fisheries en BCS, que se llevó a cabo con el apoyo en campo del Programa de Investigación y Monitoreo de Mamíferos Marinos (PRIMMA) de la Universidad Autónoma de BCS, se desarrolló durante febrero de 2025 en los principales santuarios de reproducción y crianza del estado: Laguna San Ignacio, Bahía Magdalena, Puerto Chale, Punta Abreojos y la zona Pacífico Norte. Allí, los especialistas realizaron fotoidentificación para distinguir a los diferentes individuos, elevaron drones para observar sus movimientos, colocaron marcas en algunos ejemplares para poder rastrearlos (CATS) y registraron los  varamientos, detalla Viloria Gomorra, jefa de investigación en Bahía Magdalena e integrante del PRIMMA. 

Viloria Gomorra destacó que ninguno de los ejemplares analizados mostró signos de golpes por embarcaciones o enredos en redes. “Ninguna tenía cortes ni señales de enredos”, explica.

Aunque la mayoría de los varamientos ocurrieron en la Laguna Ojo de Liebre, principal zona de congregación de los mamíferos, este año se reportaron también varamientos más al sur, en lugares como Bahía Magdalena, San Felipe, Guaymas, Mazatlán, Loreto y La Paz.

“Este cambio de patrones en la distribución puede estar relacionado con alteraciones en las rutas migratorias debido a la búsqueda de alimentos”, señala Jorge Urbán Ramírez, investigador del Departamento Académico de Biología Marina de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) y coordinador del PRIMMA.

Un evento de mortalidad inusual 

La situación que hoy alarma a los científicos no es la primera crisis de la ballena gris.  Urbán Ramírez confirmó que en 2019, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) declaró un evento de mortalidad inusual (UME, por sus siglas en inglés) para esta especie.

Durante el UME se registraron 83 decesos en 2019 y 88 en 2020, considerados los años más críticos del evento. La mortalidad se mantuvo elevada hasta 2022 y en la temporada de 2023, el UME fue oficialmente concluido cuando se observó una disminución de 29 ballenas varadas en las costas mexicanas.

De acuerdo con el investigador, este antecedente creó la expectativa de que la población se estabilizaría y comenzaría a recuperarse. Sin embargo, el nuevo repunte de ballenas muertas registrado en 2025 encendió nuevamente las alarmas.

Según estimaciones del Centro de Ciencias Pesqueras del Suroeste de la NOAA Fisheries, la población de ballena gris del Pacífico Norte Oriental ha sufrido una reducción significativa desde 2016, cuando se contabilizaron casi 27 000 ejemplares, una de las cifras más altas registradas desde que comenzaron los conteos en 1967. Sin embargo, tras una serie de eventos adversos en sus zonas de alimentación ártica y subártica, esta cifra ha decaído de forma drástica. 

Para la temporada 2022-2023, la estimación osciló entre 13 230 y 15 960 ballenas grises, lo que corresponde a una disminución que ronda entre el 41 % y el 51 % respecto al punto máximo de 2016, indica Urbán Ramírez.

El último conteo disponible (la temporada 2024-2025) sitúa la población entre 11 700 y 14 450 individuos, la tercera estimación más baja en casi seis décadas de monitoreo.

Disminuyen los nacimientos

Según datos confirmados por la NOAA Fisheries y PRIMMA, la temporada 2024‑2025 registró, además, un récord histórico de baja natalidad.

El biólogo Urbán Ramírez advirtió que el año 2024-2025 supera a 2023-2024 como el de menor número de nacimientos en la historia reciente.

"Todas las que se han muerto son jóvenes o adultas, pero no hay crías, y no hay crías muertas porque el problema es que no hay crías vivas”, comenta. 

En la temporada 2024‑2025, se contabilizaron apenas 85 ballenatos en las tres principales lagunas de reproducción de Baja California Sur, lo que representa una disminución del 90 % frente a un año promedio. 

En Laguna de San Ignacio, al noroeste de BCS, por ejemplo, se registraron en 2014 hasta 138 madres con cría en un solo día de censo, mientras que en 2025 apenas se contaron cinco crías durante la misma jornada de monitoreo.

En el complejo lagunar Bahía Magdalena, conocido como una de las principales “guarderías” para la especie, los números también se desplomaron: en 2016 se censaron 55 madres con cría en un solo día y en 2025 apenas se contabilizaron tres crías durante toda la temporada.

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Foto: Francisco Javier Gómez Díaz. 

Ballenas flacas 

Además del bajo número de nacimientos y del incremento de ballenas varadas, otro signo de alarma es la alta proporción de ejemplares con mala condición corporal.

Según Lorena Viloria Gomorra, durante el monitoreo en el complejo lagunar Bahía Magdalena se fotoidentificación 980 ballenas, de las cuales 244 presentaron condiciones corporales deficientes, es decir, lucían flacas y debilitadas. En Laguna de San Ignacio se observaron 72 individuos en mal estado.

Viloria Gomorra explica que se determina la condición corporal de las ballenas a partir de evaluaciones visuales y fotográficas, clasificando a los individuos en tres categorías: buena, regular y mala. 

Una ballena en buena condición mantiene una línea recta desde la cabeza hasta el dorso, conservando su gruesa capa de grasa y musculatura. Sin embargo, cuando presentan curvaturas marcadas detrás de la cabeza, lo que los expertos llaman un “cuello” visible, significa que su reserva energética ha disminuido.

En los casos más graves, se puede incluso distinguir el hueso escapular —equivalente a nuestro omóplato—, algo que jamás debería notarse en una ballena saludable. Esto confirma una pérdida severa de grasa y masa muscular, reflejo de deficiencias de alimento en su ruta migratoria.

“Ver ballenas con los huesos marcados, sin reservas, es muy preocupante porque significa que no tienen energía ni para reproducirse ni para migrar con éxito”, señala Viloria Gomorra.

Científicos como John Calambokidis, de la organización Cascadia Research Collective, un instituto científico sin fines de lucro con sede en Washington, Estados Unidos, especializado en el estudio de cetáceos y mamíferos marinos, aseguran que las ballenas están sufriendo por una reducción en fuentes de alimento en el Ártico. Esto, debido principalmente al derretimiento del hielo marino que afecta la producción de algas subglaciales y, por ende, de anfípodos bentónicos, que son su presa principal.  

Así lo asegura también la revista científica Polar Journal y expertos como Josh Stewart, del Marine Mammal Institute, OSU, que aseguran que la disminución del hielo reduce la producción de algas que crecen debajo de él, fertilizan el fondo marino y alimentan a crustáceos clave. 

Avistamiento atípico de ballenas grises 

En febrero de 2025, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) reportó la presencia de al menos 50 ejemplares de ballena gris en el Parque Nacional Cabo Pulmo, ubicado en el estado de Baja California Sur. Se trata de un fenómeno inédito, ya que es la primera vez que se registra una concentración de tal magnitud en esta área marina protegida.

Este avistamiento refuerza la hipótesis de los expertos sobre las variaciones en las rutas migratorias de las ballenas. Lo positivo es que su presencia cerca de los arrecifes de coral del parque nacional podría ser un indicio positivo sobre la salud del ecosistema marino.

“Guías locales han documentado la presencia de ballenas en diversos puntos del parque, lo que representa también una valiosa oportunidad para continuar con la investigación sobre la biodiversidad marina en Cabo Pulmo”, declaró la CONANP.

La investigadora Viloria Gomorra atribuye este comportamiento inusual principalmente a los efectos del fenómeno climático La Niña en 2025, que provocó temperaturas más frías en las aguas de reproducción. Esto, explica, obligó a las ballenas a desplazarse hacia el sur en busca de aguas más cálidas dentro de su rango tolerable, el que oscila entre 18° C y 23° C. Por ejemplo, en Bahía Magdalena se registraron temperaturas de hasta 17° C, fuera del intervalo ideal para la especie, lo que motivó estas migraciones atípicas.

De acuerdo con los expertos, la energía extra invertida en desplazarse a estos nuevos sitios también estaría afectando a la salud de las ballenas. 

La ballena gris es uno de los mamíferos con la migración más extensa del planeta. Cada año, viaja entre 16 mil y 20 mil kilómetros desde las zonas de alimentación en el Ártico hasta las lagunas de reproducción en Baja California Sur, México. El investigador Urbán Ramírez señaló que en algunos casos se ha documentado que estos trayectos pueden alcanzar hasta 23 mil kilómetros.  

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Foto: PRIMMA. 

Sin embargo, “durante esta migración, las ballenas no se alimentan activamente”, explica Urbán Ramírez, sino que “dependen de las reservas energéticas acumuladas durante el verano [es decir, durante el tiempo que estuvieron alimentándose en el Ártico] para completar su ciclo migratorio, reproductivo y de lactancia”.

Durante su fase de alimentación, una hembra adulta de ballena gris requiere, en promedio, entre 3400 y 4500 megajoules (mj) diarios (medida sobre la cantidad de energía que una ballena almacena con respecto a su masa), por lo que en cada ciclo reproductivo bianual, acumula entre 130 000 y 136 000 mj. Esta reserva debe sostener el gasto energético durante la migración, el parto, la lactancia y el retorno al norte.

“Si una ballena pierde más del 40 % de su energía total acumulada durante el viaje, su supervivencia se ve comprometida, afectando también el éxito reproductivo”, apunta Urbán Ramírez.

El aumento en los desplazamientos hacia zonas atípicas, como se observó en la última temporada, incrementa el gasto energético y reduce la probabilidad de supervivencia y reproducción, lo que podría explicar el aumento en la mortalidad reportada para esta especie, agrega el experto. 

Investigadores del PRIMMA explican que la combinación de temperaturas anómalas en zonas de reproducción y la disminución de alimento en el Ártico está obligando a estos gigantes del océano a modificar sus rutas milenarias, con un costo energético que puede comprometer su supervivencia. 

Frente a este panorama, científicos advierten que lo observado en 2025 sería una señal de alerta sobre los efectos acumulativos del calentamiento global en especies migratorias, y subrayan la urgencia de reforzar la investigación y conservación de hábitats críticos a lo largo del Pacífico.

Piden elevar estatus de protección

Urbán Ramírez informó que los científicos del PRIMMA y de la UABCS sometieron a finales de julio una evaluación ante la Dirección General de Vida Silvestre (DGVS) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, con la finalidad de proponer el cambio de categoría de la ballena gris en la Norma Oficial Mexicana NOM-059.

Actualmente, la especie se encuentra bajo la categoría de Protección Especial, pero la propuesta busca que se le reconozca como especie amenazada, lo que permitiría fortalecer las acciones de conservación, protección y manejo responsable.

Según explicó el investigador, esta medida no busca frenar las actividades de observación turística, sino garantizar que se realicen bajo criterios que minimicen el estrés y la perturbación a los ejemplares, especialmente en un año tan crítico como 2025.

“No estamos pensando en detener la observación de la ballena gris, se deben reforzar los cuidados para interactuar con ellas, porque al momento de no estar bien alimentadas se debe evitar incrementar el estrés de las ballenas”, explica Urbán Ramírez.

* Este texto es parte de una alianza periodística entre Mongabay Latam y Causa Natura. 

 

Escrito por

Rocío Casas

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