La producción de camarón en México es una de las más importantes, principalmente si hablamos de aquel que se cultiva en granjas acuícolas.
En 2021, la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (Conapesca) registró 177 mil 952 toneladas, en contraste con las 27 mil 597 provenientes de la pesca en embarcaciones mayores y las 35 mil 172 en las menores, de acuerdo con cifras preliminares proporcionadas a Periodismo Causa Natura vía transparencia.
Las entidades de Sinaloa y Sonora han encabezado la producción. A la par, productores acuícolas aseguran que el cultivo de camarón sortea la falta de apoyos y las adaptaciones a las medidas de sanidad y sustentabilidad.
“En la última década hemos venido trabajando de manera forzada, pero muy consciente… Hemos aprendido a remar contracorriente, a valernos de nuestra propia fuerza de inversión y capacidad de endeudamiento para poder administrar (la producción)…”, expresó Miguel Ángel Castro Cosío, presidente del Comité de Sanidad Acuícola en Sonora.
Las principales dificultades, sostiene, son la falta de estímulo, acompañamiento y asesoría para el trabajo de los acuicultores, quienes se desempeñan en las 26 mil hectáreas que conforman las granjas de la entidad.
El pasado septiembre, la Conapesca publicó los lineamientos de renovación para uno de los financiamientos que aún se destinan al sector. El Apoyo de cuota de energía eléctrica para instalaciones acuícolas contribuye con el descuento del 50% en el importe total de la facturación de energía.
Sin embargo, este tipo de programas conlleva el uso de generadores de energía que mayormente funcionan con quema de combustibles como el diésel. Una industria que por consecuencia, produce la emisión de dióxido de carbono.
“El Estado como productor principal de energía, a través de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), puede regular cómo se emplea la energía en la acuicultura. ¿Qué representa? Que se subsidia, sin ningún cuidado, consurmir la más barata como el diésel, en vez de energía limpia porque es más cara, por ejemplo”, explicó Daniel Peñalosa, general manager en Shrimp Star.
Durante la entrevista, Peñalosa menciona el contexto de la reforma eléctrica que ha sido criticada por reforzar la participación de la CFE, que trabaja principalmente con combustóleo, sobre otras empresas que producen energía más sustentable.
“La solución no puede ser unilateral, no solamente los productores y no solamente el gobierno. Tiene que haber un sistema de gobernanza en el que todos los involucrados sean parte de la toma de decisiones y de la creación de políticas de forma que beneficie a todos”, agregó Peñalosa.
Desde Sonora, para Miguel Ángel Castro Cosío es necesario que se mantengan los estímulos a la energía. Pero considera más urgente el centrar esfuerzos en “crear fuentes de empleo y, a su vez, fuentes de alimentos sanos que es lo más importante para un país”.
La realidad acuícola
El auge de la acuicultura comenzó en los 80. En México, la cría de camarones tiene impactos positivos como alternativas a su producción. En 2021, alcanzó las 177 mil toneladas, lo que representó el 9.3% de la producción nacional total acuícola y pesquera. A su vez, resalta su participación ante la seguridad alimentaria y la presencia en el mercado internacional.
“La acuicultura está acorde y no depreda. Al contrario, no utiliza químicos, agroquímicos y no gasta agua que hay en los distritos de riego o de la lluvia porque la lluvia es escasa”, expuso Castro Cosío sobre los beneficios en relación al medio ambiente.
Sin embargo, durante las últimas décadas también se ha documentado a nivel internacional que la acuicultura sin regulación puede tener impactos al medio ambiente, además de las documentadas por el uso de energías a base de combustibles fósiles.
En 2016, la Revista de Ciencias Biológicas y de la Salud de la Universidad de Sonora documentó algunos efectos adversos en el desarrollo acuícola como el cambio en el uso del suelo, que afecta la capacidad del almacenamiento de agua en el ecosistema y la deforestación de bosques de manglares.
Entre otras afectaciones se ha registrado el abandono de las granjas de camarón, la contaminación por falta de tratamiento en aguas utilizadas para la producción y el uso excesivo de la harina y aceite de pescado durante el cultivo. Prácticas que permanecen en la actualidad.
“La acuicultura de camarón en el país es relativamente bondadosa con el medio ambiente. No somos tan agresivos como en otras partes del mundo, principalmente porque la mayoría de las granjas son semi intensivas… Gracias a la visualización de los daños ambientales se ha ido trabajando de la mano de los productores que son bastante abiertos en general para innovar porque entienden que también es conveniente manejar su producción de forma tal que se pueda sostener en el tiempo”, señaló Daniel Peñalosa.
Las buenas prácticas
De acuerdo con el Comité de Sanidad Acuícola en Sonora, de las 55 granjas acuícolas de Sonora, el 70% tienen el certificado de buenas prácticas por parte del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica).
“Nosotros respetamos las prácticas porque eso nos permite asegurar que la acuicultura es una actividad en la que produciremos camarón de alta calidad y totalmente sano”, señaló Miguel Ángel Castro Cosío.
Para esto, también se ha implementado el uso de biotecnología en laboratorios que trabajan el mejoramiento genético de la especie, el control de la reproducción, la prevención de enfermedades en la cosecha y la conservación de la biodiversidad.
En Puerto Peñasco, al norte de Sonora donde la producción acuícola es menor que en la zona centro y sur, Lázaro Espinosa, ex presidente de la Comisión de Pesca en la entidad, considera que destinar un parque biotecnológico que no depende de empresas privadas también ayudaría a la mejora.
“La acuicultura podría establecerse también en los ambientes controlados que permitiría su producción en zonas menos favorecidas de manera sustentable”, expuso.
Iniciativas como la del Parque de Innovación y Desarrollo Tecnológico en Maricultura (Pidemar) en el noroeste de México están planteada desde 2015 para operación del Instituto de Acuacultura del Estado de Sonora, pero no ha sido retomada.
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