El nuevo plan para la protección de la vaquita marina preocupa a pescadores de San Felipe, Baja California, más por la necesidad de acciones de seguimiento por parte del gobierno federal que por su efectividad.
Como si de un muro marino se tratara, el proyecto a cargo de la Secretaría de Marina (Semar) consiste en el sembrado de 193 bloques de concreto, adaptados con ganchos, en la Zona de Tolerancia Cero (ZTC) del refugio, cerca de las comunidades de San Felipe, Puerto Peñasco y Golfo de Santa Clara.
El objetivo es que los ganchos sujetos a los bloques de concreto puedan enredar las redes de enmalle para retenerlas y deshabilitarlas de las embarcaciones. Incluyendo las agalleras tipo chinchorro que se utilizan en la pesca de totoaba, entre las que comúnmente queda atrapada la vaquita marina por captura ilegal o incidental.
Descripción presentada sobre el mecanismo de funcionamiento en el sembrado de bloques de concreto. Imagen: Semar.
El proyecto se presenta como una solución parcial para proteger a los 10 ejemplares que se estima aún nadan en las aguas del Alto Golfo de California.
“Los bloques y los ganchos sí pueden funcionar, pero ellos (los pescadores) saben que el gobierno cada que hay cambio de sexenio, cambia de parecer. Entonces lo que preocupa mucho en el caso particular de este proyecto es que se abandone”, señaló Enrique Sanjurjo, director ejecutivo de Pesca Alternativa de Baja California (ABC), una organización de pescadores en San Felipe.
De acuerdo con Sanjurjo, el peligro de no dar seguimiento a un proyecto como el que se propone es que podría derivar en un abandono de las redes de enmalle que se atoran en los ganchos, las cuales seguirán siendo mortales tanto para la vaquita marina como para otras especies.
“La mayor preocupación está en lo que pasará con las redes”, apuntó el director de Pesca ABC.
La Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), elaborada por la Semar, indica que el proyecto tendrá una duración de 6 años, con una inversión total estimada de 3 millones 784 mil 24 pesos, que se dividirá en tres fases: construcción, operación y programas de prevención, mitigación y/o compensación.
Respecto a las redes de enmalle, la MIA hace mención a un programa para recuperar las que queden en los ganchos. La descripción sólo indica que se permitirá la entrada de un barco destinado a esta tarea, así como la entrega de las redes a la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (Conapesca). Una consideración que abarca sólo seis años del proyecto.
Dentro de los impactos ambientales que considera el plan se incluye la suspensión de sedimentos, contaminación por residuos de las redes enganchadas, desplazamiento de flora y fauna, riesgos por accidente, entre otras.
Pero es la misma Semar la que evalúa y categoriza los impactos como “no significativos”. Excepto por el factor de estrés social al que atribuye la etiqueta de “poco significativo”, siendo la mayor repercusión del plan.
Por el momento, el proyecto se encuentra en su primer año que contempla la preparación del sitio, la operación y el mantenimiento, los programas de monitoreo (como vigilancia ambiental y el retiro de las redes de enmalle) y reuniones con autoridades.
Respecto a la duración, la Semar indica que “durante la vigencia del proyecto se efectuarán reuniones con las dependencias involucradas para determinar la eficacia del proyecto, de tal manera que de acuerdo a los resultados se proponga una ampliación de éste o bien se determine el retiro de los bloques de concreto”.
Sembrado de bloques de cemento en la ZTC. Foto: Secretaría de Marina.
Entre redes de enmalle y pesca ilegal
Ante el panorama crítico, podría considerarse que el gobierno federal está ante los últimos esfuerzos por salvar a la vaquita marina. Pero un estudio genético publicado en la revista Science por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles apuntó a que aún hay oportunidad para rescatar a la marsopa.
Mediante la recolección de información genética, poblacional y ecológica, los investigadores hicieron una proyección en la que concluyeron que no es un problema de endogamia lo que impide la reproducción de la vaquita marina.
El principal enemigo sigue siendo la pesca ilegal con redes de enmalle. De tal manera que al eliminar en su totalidad este tipo de captura, la probabilidad de sobrevivir se incrementa a un 90%.
“Aquí el problema es que en los últimos cinco años, se dejó entrar al pescador ilegal. Ya se establecieron y llevan años trabajando… Ahora es más difícil, pero es un hecho que si no resuelves el asunto de la pesca ilegal, es muy difícil resolver el resto”, dijo Enrique Sanjurjo durante la entrevista.
Sanjurjo apunta que la solución podría estar en reconvertir a los pescadores que utilizan chinchorro mediante un ordenamiento pesquero eficaz.
“Considerando las especies para pesca que hay en el Alto Golfo de California, existe una posibilidad enorme de diversificarse para que se use menos el chicharro. Esto involucra un proceso ágil de ordenamiento y entrega de permisos en esta zona, pero la realidad burocrática es otra… la concentración de los esfuerzos del sector pesquero se queda en una sola oficina de Conapesca en Mazatlán, Sinaloa”, lamentó.
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