Deforestación por “el diamante verde” en Yucatán

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Foto: Cortesía habitantes de Nohalal.

Blanca habita donde antes predominaban las milpas mayas, los montes verdes y los caminos de piedra blanca, ahora hace su vida con paisajes de plantaciones de limón persa que se extienden y avanzan sobre la selva. Nohalal ya no es lo mismo, era selva pura, ahora hay casi mil hectáreas deforestadas.

El pueblo de Blanca no es el único con esta situación, debido a que el auge del limón incentiva la deforestación en municipios de Yucatán como Tekax, Tzucacab, Oxkutzcab y Ticul, en donde se proyecta la siembra para su posterior exportación, principalmente, a Japón y a Estados Unidos.

“El limón ha tenido en los últimos años un precio muy alto. Una caja de veinte kilos ha llegado a valer hasta mil pesos. Eso ha hecho que muchos quieran reemplazar otros cultivos, incluso el maíz, por el limón”, indicó Blanca, de quien se omite el apellido por temor a represalias.

Los habitantes de Nohalal observan incluso que las empresas que llegan  son originarias de Colima, Michoacán y Veracruz.  Instalan empacadoras y huertas sin permisos adecuados en este poblado del municipio de Tekax.

“Vemos que usan agua de los pozos locales, fumigan con agroquímicos y no cuentan con plantas de tratamiento. Todo se está haciendo sin control”, denunció Blanca.

Clausura tractor.jpgSe detecta maquinaria con la que extraen la vegetación talada. Fuente: Profepa.

El “diamante verde” de Yucatán

Los limones que se siembran en Yucatán son considerados el nuevo “oro verde” o el “diamante verde” y se convierte en símbolo de prosperidad para algunos productores, pero detrás de esta bonanza hay una crisis ecológica que avanza rápidamente con los tractores, las talas y las quemas de los árboles de la selva maya.

Entre mayo y agosto del 2025 fueron clausurados 25 predios en la Península de Yucatán, equivalentes a 6 mil 325 hectáreas de selva devastada, la mayoría en zonas vinculadas a la agroindustria del limón, de acuerdo con reportes de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).

Sólo en el municipio de Tekax, uno de los más afectados, se documentó la pérdida de casi mil hectáreas en localidades como Nohalal, Poccheil, Emiliano Zapata y Mesatunich.

“En el caso de Tekax y Tzucacab, la deforestación es evidente. Hay zonas que se talan dentro de la Reserva Estatal Biocultural del Puuc”, dijo Camilo, habitante de Nohalal, que junto con Blanca exponen estos temas de manera anónima porque aseguran que las empresas tienen el respaldo gubernamental, pues el mismo gobernador del estado, Joaquín Díaz Mena, da la bienvenida a estas inversiones.

A pesar de que Profepa ha clausurado diversos sitios por tala de selva, las personas que habitan alrededor aseguran que hay otros terrenos en los que siguen talando.

La profundidad del daño no se limita a la pérdida de árboles en Yucatán, sino que implica la fragmentación de los corredores biológicos que conectan con las reservas de Balamkú y Calakmul, en Campeche, hogar del jaguar, del pavo ocelado y del venado cola blanca, todas especies en riesgo de extinción de acuerdo con la NOM-059-SEMARNAT-2010.

Afectaciones a las abejas

Los investigadores del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), Jaime González Tolentino, Eric Vides Borrell y Rémy Vandame realizaron un estudio para determinar la relación que existe entre la muerte de abejas y el uso de agroquímicos en las zonas de cultivo de limones en el municipio de Tekax.

El 10 de mayo de 2025, la comunidad de Nohalal amaneció con miles de abejas muertas frente a las colmenas. El investigador Jaime González confirmó que fueron intoxicadas con el insecticida fipronil, un compuesto clasificado como Plaguicida Altamente Peligroso (PAP), cuya toxicidad basta con 3.8 nanogramos por abeja para matar a la mitad de una población de estos insectos. Las muestras tomadas en Tekax contenían 39% más que esa dosis letal.

“En las tres muestras analizadas se encontraron residuos de fipronil por encima de la dosis mortal. No hay duda de que la aplicación de este insecticida fue la causa de la intoxicación”, señaló.

El levantamiento de muestras se realizó después de que cinco apiarios reportaran pérdidas masivas. Los investigadores georeferenciaron la zona y determinaron un área de afectación de, al menos, 349 hectáreas.

Tala.jpgLas zonas más afectadas son de selva alta. Fuente: Profepa.

El análisis de viento y las observaciones satelitales apuntan hacia una parcela de cultivo de limón tecnificado ubicada al norte de esa zona. Los apicultores locales relataron que días antes de la intoxicación escucharon fumigaciones nocturnas con tractores y drones.

El informe estima que el evento representó al menos 495 días de empleo rural perdido y daños económicos por 465 mil pesos, entre la producción de miel, el costo de reponer enjambres y la pérdida de servicios de polinización, es decir, un proceso fundamental que permite que muchas plantas se reproduzcan y que mantiene el equilibrio de los ecosistemas y la vida humana.

Sólo en Tekax, el valor del servicio ambiental de polinización asciende a 276.9 millones de pesos anuales, lo que equivale al 38% del valor agrícola del municipio.

Jaime González explicó que el fipronil afectó a las abejas melíferas (Apis mellifera) y también a abejas nativas y meliponas, conocidas en lengua maya como Xunan Kab’, símbolo del patrimonio biocultural de la región.

“Cada vez hay más kilómetros de terrenos deforestados para sembrar limón. Han hecho mucho daño porque usan productos químicos que matan a las abejas. El año pasado perdimos seis colmenas por el calor y los incendios; este año ya perdimos otra más. Es doloroso porque son trabajos de tres años que desaparecen en meses”, contó Silvia Puc, meliponicultora con más de 13 años de experiencia.

Además de las pérdidas económicas, la comunidad ha enfrentado problemas de salud que atribuyen al uso de agroquímicos. Los habitantes observan casos de cáncer, intoxicaciones y contaminación del agua.

“Nos están envenenando con la basura que traen de otros países”, añadió Silvia.

Camino rojo.jpgLa tala la realizan para abrir camino hacia las plantaciones. Fuente: Profepa.

 El modelo agrícola de Campeche 

Desde el  2017, de acuerdo con las observaciones de habitantes de Tekax, llegaron trabajadores provenientes de Campeche y Quintana Roo que han arrendado o comprado tierras en el “Cono Sur”. 

En este tiempo notaron que trajeron consigo un modelo agroindustrial mecanizado, basado en monocultivos y uso intensivo de agroquímicos, en este caso para la fertilización de limones.

“Tenemos registros de que las empresas que siembran limón, han contratado a otras personas para hacer la deforestación. Son quienes operan la maquinaria”, dijo Blanca. 

La devastación de la selva se ha concentrado alrededor de las reservas de Bala’an K’aax y Puuc, afectando ecosistemas clave y aumentando la presión sobre el acuífero peninsular. Pese a las clausuras, ninguna empresa ha sido sancionada penalmente hasta ahora.

Piso rojo.jpgSe realiza tala y quema de selva. Fuente: Profepa.

De acuerdo con solicitudes que se hicieron a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), los nuevos proyectos citrícolas no han sido sometidos a consulta comunitaria ni cuentan con estudios de impacto ambiental.

En la región, los ejidos denuncian que las empresas han comprado tierras comunales sin asambleas, a través de particulares o intermediarios. En algunos casos, los inversionistas ofrecen dinero, perforación de pozos o incluso alcohol a los comisarios ejidales para obtener firmas.

“Algunos ejidatarios aceptan vender porque creen que ya no vale la pena conservar la selva. Estamos hablando de una dinámica que combina especulación, corrupción y despojo”, explicó Blanca.

A esta situación se suma la venta de lotes de inversión para “huertas de limón”, promovidas por empresas que operan como inmobiliarias agrícolas. En redes sociales, compañías como Citrus Patrimonial ofrecen terrenos en el sur de Yucatán prometiendo rendimientos por exportación a Estados Unidos. 

En las imágenes se observan maquinarias y campos deforestados, incluso fumigaciones con drones.

Clausura Profepa.jpgPese a las clausuras, habitantes de la zona afirman que la tala continúa. Fuente: Profepa.

Venta de certificados

Bajo el lema “El dinero sí crece en nuestros árboles”, la empresa llamada Citrus Patrimonial promueve en Yucatán un modelo de inversión agrícola que asegura ser una alternativa moderna y segura.

La empresa vende certificados de plantación para participar en la producción y comercialización de limón persa de calidad exportación, sin que el inversionista tenga que preocuparse por el mantenimiento, los impuestos o siquiera por poseer el terreno.

A cambio, la empresa les garantiza rendimientos “constantes, sin complicaciones” y ventajas fiscales mediante fideicomisos.

“Olvídese de las complicaciones que conlleva la propiedad de terrenos. Con Citrus Patrimonial, usted adquiere un certificado de plantación… sin preocupaciones por mantenimiento ni impuestos prediales”, se lee en el documento que entregan cuando pides información.

Aunque el documento de Citrus Patrimonial no menciona el origen de las plantaciones ni sus prácticas de manejo, su enfoque en la rentabilidad “sin complicaciones” omite cualquier referencia a la sostenibilidad, al uso de agroquímicos o al respeto a las comunidades rurales que históricamente habitan y trabajan esas tierras.

A pesar de que a representantes de Citrus Patrimonial se les solicitó información en relación a los proyectos que se establecen en Yucatán, no respondieron correos electrónicos y llamadas.

“El limón se volvió el nuevo oro verde, pero se está sembrando a costa de nuestra selva”, indicó Blanca.

 

*Este artículo fue escrito por Itzel Chan, quien cubre comunidades costeras gracias al apoyo del programa Report for the World.  

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