Certificación MSC abre mercado chino para langosteros sudcalifornianos

La certificación internacional MSC avala la sustentabilidad de su pesquería, pero mantenerla implica costos y exigencias que pocos pueden solventar, asegura cooperativa.
single
La Cooperativa California de San Ignacio mantiene la certificación internacional MSC, que avala la sustentabilidad de su pesquería de langosta roja. Fuente: Aldo Santoro.

En menos de dos días, las langostas rojas capturadas en las costas de San Ignacio deben llegar vivas y frescas a los mercados de Shanghái o Xiamen. El proceso de la Cooperativa California de San Ignacio es un ejemplo de la complejidad técnica que requiere mantener un producto vivo a lo largo de miles de kilómetros y cumplir con estándares internacionales de sustentabilidad y buenas prácticas.

Claudia Miranda Saucedo, encargada del laboratorio de cultivo de abulón y apoyo técnico en las pesquerías concesionadas de esta cooperativa en Baja California Sur, explica que alrededor del 95 % de su producción corresponde a langosta roja, cuya pesquería se encuentra certificada por el Marine Stewardship Council (MSC) que establece estándares internacionales de pesca sustentable.

“El recurso se encuentra sano porque es una pesquería certificada y lo avala el MSC, pero detrás de eso hay muchos estudios. Hacemos muestreos biológicos cada mes para el stock poblacional, se analizan los datos y se trabaja por encima de la media de reproducción de toda la población”, detalla.

La exportación de langosta viva es un proceso minucioso. “Estamos hablando de un recurso vivo y sí es complicado. Hay que mantenerlo fuerte y vivo durante las horas de traslado. De Asunción a Ensenada, a veces llegan débiles y hay que recuperarlos. De ahí a California, y después todas las horas de vuelo a China. Aunque la técnica ya se domina, el cambio climático y las condiciones físico-químicas del agua representan un reto”, comenta.

El itinerario es preciso: las langostas se resguardan en jabas de madera por un día, al siguiente se llevan a planta para aplicarles un shock térmico que reduce su metabolismo y consumo de oxígeno. “Se colocan en bandejas, 20 por cada una, dentro de tráileres hacia Ensenada. Ahí se recuperan hasta cinco días, se les baja de nuevo la temperatura y se trasladan a Los Ángeles. De ahí el vuelo a China. No debe tardar más de 48 horas desde que sale de Ensenada”, explica.

langostas bcs (1).jpg
La exportación de langosta viva requiere mantener el producto en óptimas condiciones durante un traslado de más de 10 mil kilómetros. Fuente: Aldo Santoro.

Fundada en 1939 y con raíces en la antigua Sociedad Cooperativa de Producción Langostera de San Ignacio, la organización opera en Bahía Asunción, municipio de Mulegé. Actualmente está integrada por 92 socios y 57 trabajadoras y trabajadores permanentes, quienes representan cerca del 39 % de la población local. Desde su planta procesadora ofrecen abulón enlatado, langosta viva y congelada, callo de caracol, filete de escama y otros productos marinos de alto valor comercial.

Su concesión pesquera vigente hasta 2032 abarca especies como abulón azul y amarillo; langosta roja y azul; caracol panocha, sargazo rojo, cangrejo, pulpo y escama (blanco, verdillo, jurel). Con 20 embarcaciones dedicadas al abulón y 25 para caracol y pepino de mar, la cooperativa mantiene vedas internas y monitoreos biológicos para asegurar la recuperación de las poblaciones.

Certificado MSC

Obtener una certificación MSC, dice Saucedo, significa demostrar con datos y prácticas sostenidas que la pesquería es sustentable. “Es una de las certificaciones más prestigiosas a nivel mundial. En las cooperativas que la tienen, estamos hablando de 35 años de datos de tallas, pesos, capturas, temperaturas. Se ha respetado la talla mínima legal, los periodos reproductivos y las vedas. Es el éxito de la pesquería”.

Pero lograr y mantener ese reconocimiento tiene un alto costo. “Estas certificaciones son costosas, quizá porque la pesquería de langosta lo puede pagar, porque es bastante redituable. Pero no nos podemos dar el lujo de tener otra pesquería certificada porque no lo paga”, señala.

El costo de la certificación supera los 300 mil pesos por cooperativa cada dos años, un monto que solo el valor de la langosta viva puede absorber.

Saucedo agrega que aunque la presión del mercado impulsa hacia la certificación, no todas las pesquerías pueden sostenerla. “Quisimos certificar verdillo con Fair Trade y es costosísima. El propio ingreso de ese producto no te paga una certificación de ninguna porque son muy costosas. Pero el mercado está cambiando hacia esto, cada vez más consciente de comprar productos que estén certificados”.

Aunque el mercado nacional ha comenzado a mostrar señales de crecimiento, la Cooperativa California de San Ignacio continúa orientando su producción hacia el extranjero, donde obtiene precios más competitivos. 

Saucedo explica que la venta internacional representa una salida necesaria, pues los volúmenes que manejan —en promedio mil 200 toneladas por temporada— resultan difíciles de colocar en México y el mercado local no alcanza los niveles de pago que ofrece Asia.

En China, la langosta viva tiene un valor cultural que impulsa su demanda, especialmente durante celebraciones como las bodas, donde el consumo de este producto se asocia con prosperidad. Sin embargo, comenta Saucedo, las fluctuaciones sociales y la competencia internacional también afectan las ventas: durante el último año, la baja cantidad de bodas y la entrada de la langosta australiana —de mayor tamaño y menor precio— redujeron considerablemente los ingresos de exportación.

En el caso de México, Saucedo considera que todavía falta infraestructura comercial y hábitos de consumo que permitan desarrollar un mercado interno sólido para la langosta viva. Aunque cada vez hay más espacios interesados en ofrecer este tipo de productos, aún no existe la tradición gastronómica que en países como China impulsa la demanda.

Para Saucedo, la sustentabilidad pesquera es posible si se cumplen los planes de manejo y se combate la pesca ilegal. Lo difícil, afirma, es que todas las cooperativas puedan costear certificaciones.

“Sí se puede hacer una pesquería sustentable, pero las certificaciones lo veo muy difícil. Si me exigen certificaciones o si necesito tenerlas para vender bien mi producto, ¿y el costo? No hay esa parte del gobierno que ayude. Está totalmente abandonado este punto”, concluye.

Escrito por

Emilio Avendaño

Comentarios (0)

Causanatura Media

A través del periodismo de investigación reafirmamos nuestro compromiso con el derecho humano a la información