Las suriperas de Sinaloa, una alternativa a las redes de arrastre para ribereños

Cuando Jesús Ramón Valenzuela tenía 8 años, y acompañaba a su papá en su trabajo como pescador, hubo un cambio en la captura de camarón e...
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Cuando Jesús Ramón Valenzuela tenía 8 años, y acompañaba a su papá en su trabajo como pescador, hubo un cambio en la captura de camarón en Altata, Sinaloa. De la Bahía de Santa María habían llegado algunos pescadores más jóvenes con redes suriperas que, aseguraban, eran útiles para mantener la producción por menor esfuerzo.

Cuarenta años después, el uso de las suriperas se ha extendido por las comunidades ribereñas de la región como Altata, Dautillos, Yameto, La Reforma, Costa Azul, El Tetuán, Las Aguamitas, entre otras.

Se trata de un arte de pesca para camarón que opera, principalmente, en aguas poco profundas como esteros y bahías. Las redes van sujetas a un costado de la embarcación y en su extremo más angosto tienen embudos, conocidos como mataderos, que concentran las capturas.

“Lo que pasó con las suriperas es que por su facilidad de manejo fueron más las personas que empezaron a trabajar en la pesca. Hubo incremento de socios”, describió Jesús Ramón Valenzuela, quien es miembro de la Cooperativa Unión de Pescadores de Puerto Altata en Sinaloa.

Aunque las suriperas se consideran un tipo de pesca de arrastre, su uso cuenta con certificaciones de sustentabilidad del Fair Trade desde 2016 y del programa Seafood Watch desde 2017.

Las certificaciones se han otorgado por tratarse de un método más selectivo que se refleja en índices bajos de captura incidental. Contrario a lo que ocurre con las redes de enmalle que en el Golfo de California afectan a especies como la vaquita marina y la tortuga caguama, además de dejar daños en el fondo marino.

Se estima que la proporción de captura de acompañamiento en las suriperas es menor a cada kilo de camarón, en comparación con las redes de arrastre donde son hasta seis kilos por uno de camarón, o las redes agalleras de hasta 15 kilos incidentales por uno de camarón, de acuerdo con un estudio de la Universidad Autónoma de Baja California.

“Para conseguir la certificación de sustentabilidad, los encargados vienen y revisan que sea selectiva, que no contamine, que no tenga fauna de acompañamiento”, explicó Valenzuela.

Aunque las suriperas también tienen el respaldo de organizaciones ambientales, su uso aún es debatido entre personas del sector pesquero porque continúa siendo un método de arrastre.

Descripción gráfica de las suriperas. Fuente: Compendio de Estadísticas Ambientales de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). 

Entre la pesca de arrastre

Con toda una vida como pescador, Jesús Ramón recuerda que el cambio a suriperas en los años 80 ocasionó conflictos con la zona sur de Altata, Sinaloa.

“Hubo conflictos muy fuertes, hasta a golpes llegaron, porque ellos no querían que se usaran. Decían que nos íbamos a acabar el fondo marino, como pasa con la pesca de arrastre en altamar”, recordó Jesús.

Fue en 1985, cuando la agilización en la captura de camarón motivó a hacer el cambio de artes de pesca e implementar las suriperas, pues representaba mayor posibilidad de trabajo para las comunidades.

Actualmente, la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (Conapesca) reporta que, en los permisos y concesiones otorgados para uso de redes de arrastre, el 47% se concentra en embarcaciones mayores.

En el caso de la pesca ribereña, sólo se tiene registro de 615 embarcaciones artesanales que obtuvieron permisos para 2021 en todo el país. En Sinaloa, no hay ninguna panga que utilice redes de arrastre con permiso.

“(Las suriperas) principalmente se utilizan para embarcaciones menores, para la pesca ribereña, pues sus redes agalleras tradicionales para camarón han afectado principalmente a la vaquita marina, por eso se busca el método alterno”, explicó Alejandro Olivera, del Centro para la Diversidad Biológica en entrevista con Periodismo Causa Natura.

En junio del año pasado, el embargo de camarón por parte del gobierno de Estados Unidos prohibió las exportaciones de pescadores mexicanos a su territorio. El problema empezó por la falta de DETs (Dispositivos Excluidores de Tortugas Marinas) que se utilizan en las redes de arrastre para la flota de altura.

Sin embargo, durante las negociaciones, el Departamento de Estado de Estados Unidos señaló un posible impacto hacia las tortugas marinas por el uso de otras redes como las suriperas.

“Las suriperas sí tienen un impacto, pero es mucho menor a un sistema de arrastre tradicional, el cual lleva rodillos, cadenas y por las dimensiones va barriendo una mayor área del fondo marino”, señaló Alejandro Olivera.

Por lo que las suriperas han quedado como la opción más sustentable hasta el momento. De acuerdo con organizaciones como Oceana y Environmental Defense Fund (EDF) en México, su uso también disminuye la contaminación por combustible al aprovechar las corrientes de marea o viento y permite devolver al mar especies de acompañamiento.

“Nosotros por eso tenemos la certificación, le damos trazabilidad, el motor anda apagado, nos han dado cursos. No es lo mismo que con los barcos de altamar, nuestra red es selectiva y agarra sólo camarón”, agregó Jesús Ramón Valenzuela.

En octubre del año pasado, la Conapesca informó que se levantaría el embargo de camarón por parte de Estados Unidos. Foto: Conapesca

Las tecnologías pendientes

Aunque las suriperas son una opción a la pesca de arrastre, sólo son útiles para las capturas de pescadores ribereños. Además de Sinaloa, su uso también está siendo implementado en el Golfo de Santa Clara, en Sonora, y en San Felipe, Baja California.

Por su parte, las alternativas para mitigar los impactos que generan las redes de arrastre de embarcaciones mayores siguen pendientes en el sector pesquero y, hasta el momento, sólo se cuenta con tecnologías como los DETs.

Al preguntar el porqué de la falta de una medida alterna similar para la pesca de altura, Alejandro Olivera señala que el arrastre ha sido una técnica utilizada durante siglos y los esfuerzos se han concentrado en mejorar su rendimiento, así como evitar la fauna marina.

Por lo que crear métodos alternos como ha ocurrido con la pesca ribereña es un tema que sigue pendiente.


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