Millones de pesos sin resultados a 22 años de la explosión en fábrica de plaguicidas Tekchem

El día de las explosiones la ciudad comenzó a oler a ajo y putrefacción. Era 12 de septiembre del 2000 en el sur de Salamanca, Guanajuato...
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El día de las explosiones la ciudad comenzó a oler a ajo y putrefacción. Era 12 de septiembre del 2000 en el sur de Salamanca, Guanajuato, cuando una nube amarillenta salió de la fábrica de plaguicidas Tekchem y se extendió cinco kilómetros. La primera explosión ocurrió a las 4 de la tarde, seguida de dos más a las 19:00 y 19:30 horas.

Se estima que la nube se dispersó hasta 17 kilómetros, en su mayor parte, compuesta de malatión, un plaguicida utilizado para la agricultura.

Los resultados inmediatos fueron personas con mareo, vómito, dolor de cabeza, conjuntivitis y problemas respiratorios. En el largo plazo este hecho se ha relacionado con cáncer, abortos espontáneos y anemia, los cuales siguen padeciéndose en la población.

A la fecha, Salamanca continúa sin un plan de contingencia; la petición de los afectados de realizar un examen epidemiológico para conocer daños y secuelas no se resuelve, y la cifra de personas expuestas y hospitalizadas aquel día es incierta, aunque medios locales reportaron en su momento 6 mil.

Recientemente la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) informó mediante un comunicado que realizará una contención de 140 mil toneladas de suelo contaminado, luego de haber retirado 5 mil 971 este año y 5 mil 77 en 2021.

Estos trabajos son parte de la reactivación del Plan Salamanca que se realizó de 2016 a 2018, pero quedó inconcluso, en aquel último año las autoridades acusaron haber removido 350 toneladas de suelo contaminado.

El propósito del Plan es remediar la zona y en esta ocasión, a 22 años de lo ocurrido, se han destinado 500 millones de pesos para hacerlo.

Trabajos correspondientes al Plan Salamanca. Foto: Semarnat.

Los millones

El reporte oficial de la planta Tekchem señaló que todo se originó a causa de la falla de una válvula, recuerda Maura Alicia Vázquez, quien era maestra en la ciudad cuando ocurrió la explosión y actualmente se desempeña como presidenta de la asociación Humanos por Amor a la Madre Tierra (Huamat).

“Desde la década de los 50 Tekchem había sido una fábrica de plaguicidas que fue cambiando de nombre. Para el 2000 ya era una chatarra industrial que durante años sólo había sido pintada, maquillada”, señaló Vázquez en entrevista.

Uno de los problemas de la decadencia de la fábrica fue que en México la legislación ambiental referente a contaminación comenzó a tener forma hasta la publicación de Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA) en 1988.

Para ese entonces, ciudades industriales como Salamanca ya llevaban más de 30 años en marcha y sin regulación.

Tekchem se había formado desde que la plaguicida Montrose Mexicana y Lerma Industrial, ambas ubicadas en el mismo predio, fueron adquiridas por la paraestatal Guanos y Fertilizantes de México (Guanomex), que posteriormente, en 1977, se convirtió en Fertimex y en 1992 se privatizó con el nombre de Velpox para, finalmente, cambiar a Tekchem en 1996.

Desde la explosión y hasta el cierre de la empresa en 2007 no se tomaron medidas de reparación. Tampoco se aplicó un plan de contingencia ambiental.

“Hubo a quienes únicamente les dieron leche para la intoxicación, mientras que la empresa lo que hizo fue regalar algunos garrafones de agua. A la gente la dejaron sola, sin ningún tipo de ayuda, porque tampoco ellos (las autoridades) sabían qué procedía en estos casos”, describe la maestra Vázquez.

Lo que sí se hizo fue invertir dinero.

De acuerdo con el Libro Blanco de la Semarnat, en el que se documentan las acciones tomadas por autoridades, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, en 2016 se contaba con un saldo inicial de 140 millones 744 mil 349 pesos, de los cuales sólo se ejercieron 21 millones tras dos años y quedaron pendientes 55 millones más por ejercer en ese entonces.

Principalmente para acciones emprendidas de 2016 a 2018 como el levantamiento de una nueva barda para evitar el acceso y la disposición del suelo contaminado.

“Lo curioso es que el sitio no está remediado. Tekchem cerró y no consideramos que eso haya sido justicia ambiental porque todavía hay pasivos ambientales producto de la actividad que tuvo desde los 50”, señala la presidenta de Huamat.

Por su parte, la Semarnat recientemente declaró que “en anteriores administraciones los fondos destinados para esta tarea se otorgaron mediante un fideicomiso que durante 26 años tuvo asignaciones de 224 millones de pesos, sin ejecutar la totalidad de los recursos y sin alcanzar los objetivos para los que fue creado”.

Actualmente que se ha retomado el plan de remediación se considera invertir 500 millones de pesos. Una cantidad que duplica los últimos 26 años, pero para algunos pobladores continúa siendo insuficiente y tardía.

Reunión con motivo del Plan Salamanca. Foto: Semarnat.

Los costos de la salud

Una de las preocupaciones es el impacto en la salud que siguen teniendo las sustancias plaguicidas.

Aunque no existen estudios epidemiológicos oficiales, en septiembre pasado un grupo de investigadores publicó el “Monitoreo ambiental y biológico de plaguicidas organoclorados en la ciudad de Salamanca, México” en PubMed de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

En dicha investigación se expone que tras el análisis de sangre de 88 niños en Salamanca se detectó la presencia de 10 químicos pesticidas.

“Hay impactos que se van acumulando porque sigues respirando los polvos pesticidas. Las concentraciones cambian, pueden cambiar durante el día, durante las estaciones del año… Retirar los residuos para que no siguieran expuestos es una medida importante que debieron de tomar hace muchísimo tiempo”, indicó la doctora en Ciencias, Rosa Icela Beltrán.

Beltrán también participó en una publicación de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo en 2019 donde se exponía la mala praxis ambiental de Tekchem y cómo los plaguicidas podrían relacionarse también con la tos y la irritación del pulmón.

Actualmente los barrios más cercanos a la explosión, como San Juan de la Presa y La Cruz, se encuentran marginados y vulnerables ante la delincuencia que atraviesa el estado de Guanajuato.

En su momento, pepenadores de la región recolectaron basura contaminada y, sin ningún tratamiento, la vendieron.

Las omisiones de las autoridades han ocasionado que las movilizaciones y el interés de quienes se vieron afectados disminuya.

“La gente se cansa y es lógico, nadie esperaba que fuera una lucha tan larga. Muchísima gente ha muerto, pero seguimos pidiendo que el sitio llegue a remediarse, que se haga el estudio epidemiológico y que, probablemente sea un sueño, pero ojalá se deslinden responsabilidades”, dijo la maestra Maura Alicia Vázquez.

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