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El 2021 comenzó con la prohibición de plásticos de un solo uso en la Ciudad de México. La Ley de Residuos Sólidos retiró tenedores, cuchi...
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El 2021 comenzó con la prohibición de plásticos de un solo uso en la Ciudad de México. La Ley de Residuos Sólidos retiró tenedores, cuchillos, cucharas, palitos mezcladores, platos, popotes, globos, vasos, charolas y tampones en todos los centros comerciales, farmacias, tiendas y pequeños negocios.

La conversación cayó en los aplicadores de tampones. Uno de los productos más utilizados para gestionar la menstruación comenzó a escasear en la capital del país.

“Lo que nosotras pedíamos es que se tuviera una mejor perspectiva de género al momento de formular estas leyes. Se está poniendo la mirada en nosotras, en nuestra menstruación, en qué elegimos, pero no se está viendo en todo lo que tenemos detrás”, dice Anahí Rodríguez, vocera de Menstruación Digna México, un colectivo de 30 organizaciones en todo el país que realiza incidencia en temas de salud menstrual y derechos de las mujeres.

El colectivo aclara que no está en contra del uso de otras alternativas sustentables. Pero sí ante la falta de estudios en pobreza menstrual, es decir, la imposibilidad socioeconómica de mujeres y niñas para adquirir productos que les permitan gestionar su periodo.

Aunque la prohibición de tampones de plástico se dio este año, la Ley de Residuos Sólidos de la CDMX fue aprobada desde 2019 para frenar la comercialización, distribución y entrega de plásticos de un solo uso. El material que una vez se consideró un avance hacia la modernidad, hoy es un problema mundial que deja 8 millones de toneladas de residuos plásticos en el mar cada año. Tan monumentales como la Torre Latinoamericana en la Ciudad de México, comparan algunos especialistas.

“Claro que en este caso la situación es más compleja porque no estamos hablando de una bolsa que fácilmente se cambia con una bolsa reutilizable y ya. En este caso es importante considerar las distintas realidades que enfrentamos las mujeres en la ciudad”, menciona Ornela Garelli, especialista en Consumo Responsable y Cambio Climático en ‎Greenpeace.

Las distintas realidades a las que se refiere Garelli son aquellas que muestran las condiciones de desigualdad que se viven en México. Por ejemplo, cifras del CONEVAL 2018 indican que el 41.9% de la población vive en situación de pobreza, considerando indicadores como rezago educativo, falta de seguridad social y difícil acceso a servicios básicos como agua, luz, gas, entre otros.

A esto se une que actualmente la ley no está apuntando hacia disminuir la contaminación, señala Greenpeace. Al contrario, la COVID-19 generó un incremento en los desechos como cubrebocas, guantes y botellas de desinfectante, además de los que provienen de servicios de comida para llevar.

La falta de resultados en la prohibición de plástico podría deberse a que aún es muy pronto para hablar de una medición de su impacto ante la pandemia de coronavirus, señala Edgar Lugo, consultor en temas ambientales e integrante de la Alianza México Sin Plástico. Aunque Ornela Garelli refiere que este tipo de leyes están más enfocadas a un impacto cultural que ambiental.

Menstruación sostenible en un país desigual

La contaminación de los tampones es innegable. Si el ciclo menstrual dura un promedio de cinco días y es necesario cambiar el tampón cada cuatro horas, esto representa 30 productos por ciclo, 360 en un año y 13 mil 320 a lo largo de la vida, si se comienza a los 13 años y se termina con la menopausia a los 50, de acuerdo con estimaciones de Oceana México.

Como otros desechos de plástico, pasará más tiempo contaminando el planeta que cumpliendo su función.

En la Ciudad de México, Alessandra Rojo de la Vega, legisladora que impulsó la iniciativa, sugirió que al tratarse de un tema de salud se entregaran copas menstruales como alternativa. Además de solicitar a las mujeres optar por otras opciones de tampones, como los que cuentan con aplicadores de cartón, también más caros y poco accesibles.

Por ejemplo, un tampón con aplicador de plástico que podría costar un promedio de tres pesos, con un aplicador de cartón aumentaría a 28 pesos.

Foto: Andrea Murcia / cuartoscuro.com
Foto: Andrea Murcia / cuartoscuro.com


“Haya sido un mal paso o no, pienso que el Gobierno de la Ciudad de México debería lanzarse con estas políticas públicas complementarias de información hacia la población, y también de acceso a estas alternativas reutilizables para la gente tenga opciones, no se quede en el desabasto”, explica.

La conversación sobre los tampones aún no termina. Recientemente Menstruación Digna por México presentó ante el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED) una queja exponiendo la situación de pobreza menstrual frente a la Ley de Residuos Sólidos.

¿Y los productores?

Barbara Unmüßig, presidenta de la Fundación Heinrich Böll en Alemania, explica en un artículo que uno de los grandes mitos del plástico es que las soluciones dependen solo de la ciudadanía. Mientras los fabricantes de plásticos continúen expandiendo su capacidad para producir, la búsqueda de alternativas para enfrentar la crisis se verá estancada.

Los productores están evadiendo la responsabilidad, señala Unmüßig. Principalmente en industrias tan necesarias como la alimentaria, química y de envasado. Esto no significa que la ciudadanía no tenga que modificar hábitos, pero las empresas están quedando fuera de la conversación.

“Sé que muchas veces, los ambientalistas y los colectivos vemos al fabricante como el malo de la película, y no es que sea el malo, pero sí necesitamos que cambie la concepción en la que está haciendo las cosas”, comenta Edgar Lugo, integrante de Alianza México Sin Plástico.

México es parte de los países que más plásticos de un sólo uso produce. En una población nacional de 130 millones, cada persona puede consumir hasta 200 envases por año. Una vez que los desecha llegarán a especies marinas. Incluso se fragmentará en microplásticos que consumiremos, entre 5 y 10 gramos por semana.

“Una de las cuestiones por las que se dificulta el acceso a los productos reutilizables es porque solo los encuentras en tiendas en línea. A veces no están al alcance de la población. Estas empresas podrían ofertar productos reutilizables […] que se hagan responsables de los residuos que están generando los desechables y brinden alternativas reutilizables”, señala la especialista en Consumo Responsable y Cambio Climático de ‎Greenpeace.

Reutilizar: no sustituir desechos con otros desechos

Hace más de cinco años, la bióloga Christine Figgener compartió un video que dio la vuelta al mundo. Una grabación de casi dos minutos en la que extraían el popote de la nariz de una tortuga marina.

La historia resultó tan impactante que las personas comenzaron a rechazar el uso de este utensilio. Incluso la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) realizó una campaña bajo el mismo lema: “sin popote está bien”.

“Las prohibiciones de plástico impulsan un cambio cultural en donde como consumidoras y consumidores podamos dejar atrás el usar y tirar, la cultura de lo descartable”, señala Ornela Garelli.

Es decir, si bien las prohibiciones como la Ley de Residuos Sólidos ayudan a repensar alternativas más ecológicas, continúan presentando la sustitución de un desecho por otro desecho. Sea de papel, de algodón, de cartón o cualquier otro material, se continúan generando residuos en el mundo.

¿La solución? Para organizaciones a favor del medio ambiente está en transitar hacia alternativas reutilizables. Tanto los productores en industrias buscando materiales más sustentables como la ciudadanía implementado hábitos.

“La crisis ambiental sí requiere que hagamos cambios, pero para que estos cambios sean durables y se conviertan en hábitos, debemos tomarnos el tiempo que necesitamos para adaptarnos”, indica Garelli.

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Jav CN

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