Pesca, acuacultura y turismo: así es cómo los pescadores de El Manglito restauran la bahía de La Paz

La Organización de Pescadores Rescatando la Ensenada (OPRE) están construyendo un modelo económicamente viable, que restaure la naturaleza, honre a las comunidades y brinde prosperidad.
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Fuente: Daniela Reyes.

Los pescadores de El Manglito, uno de los barrios fundadores de la ciudad de La Paz, Baja California Sur, encontraron en la acuacultura y el turismo, una alternativa para regenerar los recursos pesqueros que han sido sobreexplotados.

Desde el 2016 los pescadores se agruparon en la Organización de Pescadores Rescatando la Ensenada (OPRE) que fusionó a 15 cooperativas preexistentes y a 10 pescadores libres, que en conjunto actualmente suman alrededor de cien pescadores. Trabajan en una concesión de dos mil 48 hectáreas para restauración de 11 recursos dentro de la ensenada de La Paz, una laguna costera en la parte sur de la bahía de la Paz.

Se trató de una de las primeras concesiones de acuacultura para restauración en México, cuyo objetivo era restaurar la población de callo hasta que el monitoreo indique que es viable explotarlo nuevamente.

“Nos unimos con el objetivo de cuidar y proteger estas especies para darle un uso sustentable, un buen manejo, cambiar la historia de la pesca que hacíamos a hacer un cuidado y una protección sobre la pesca, pero también sobre el medio ambiente”, señaló Hubert Méndez, secretario del Consejo de Administración de OPRE.

Historia de la regeneración del callo de hacha

Interiores 900x600.jpgCallos de hacha, almeja arrocera y chocolata capturadas en la ensenada de La Paz. Fuente: Daniela Reyes.

Los pescadores del Manglito fundadores de La Paz tenían su fuente de ingresos frente a sus casas en la bahía de La Paz donde encontraban una gran abundancia de recursos pesqueros, pero conforme se fueron acabando, cada vez tenían que ir más lejos a pescar. Primero iban a la Isla Espíritu Santo, a Isla San José y llegaron a ir hasta Loreto.

“La verdad tuvimos un paraíso en esta zona que no habíamos sabido aprovechar, lo que es el callo de hacha, y la almeja catarina, esta última se extinguió por sobreexplotación y por fenómenos naturales”, contó Hubert.

En el 2011 los pescadores hicieron un censo donde contabilizaron 60 mil ejemplares de callo de hacha. En ese momento se comprometieron a no pescar la especie para dejarla recuperarse y a implementar acciones de limpieza de la ensenada de La Paz y de vigilancia de los recursos. También aprendieron a sembrarlas en zonas donde tienen una mayor protección. 

“Construimos una visión de qué queríamos lograr y paso a paso fuimos construyendo este futuro para nosotros”, señaló Hubert.

Durante seis años no extrajeron el recurso y notaron una recuperación notable, por ejemplo, en el 2015 registraron casi cinco millones de ejemplares.

Sin embargo, en el 2017 llegó una especie invasora que mató casi el 90% de los callos de hacha y aunque al momento su propagación está controlada y han logrado recuperar una población de un millón doscientos ejemplares de callos en 2025, incursionan en otras actividades para no depender económicamente de una especie y de una sola actividad.

“(El tunicado) nos dio una cachetada muy fuerte pero la verdad por una parte fue bueno porque empezamos a diversificar. Ya teníamos una historia, una ensenada limpia y pensamos en hacer turismo y también comenzamos a aprender e innovar con la acuacultura. Nos dimos cuenta de que no podemos depender de una sola especie”, señaló Hubert.

Diversificar para sostener la restauración

Para bajar la presión sobre el callo de hacha y reducir la dependencia económica a ese recurso, los pescadores de OPRE iniciaron un camino desconocido explorando la acuacultura y el turismo.

“Sentimos que era una necesidad enorme porque queríamos diversificar los recursos de OPRE y no estar golpeando únicamente al callo de hacha que, además son cuatro meses de trabajo y después es solo vigilar, pero vigilar no nos deja ganancias”, señaló Guillermo Méndez, integrante de OPRE y hermano de Hubert.

Él ha liderado la iniciativa de cultivo de ostiones dentro de OPRE y se ha capacitado con Sol Azul, una empresa dedicada a la ostricultura en la laguna de San Ignacio, en el noreste de Baja California Sur.

OPRE ha recibido donación de semillas de ostión de placer y japonés, y han descubierto que es posible realizar ostricultura en la ensenada de La Paz. Hasta este momento han tenido tres cosechas de ostión con buena sobrevivencia. Por ejemplo, de la donación de semilla que recibieron en junio de 2025 obtuvieron una sobrevivencia del 66%, señaló Guillermo.

Actualmente, no hay ningún otro proyecto de cultivo de ostiones que haya prosperado en el Golfo de California, ya que la mayoría de los proyectos están en el Océano Pacífico. Sin embargo, el cultivo de ostión resulta prometedor y OPRE está pensando en escalar pronto a 50 o 100 mil especies cultivadas y en diversificar las especies que cultivan.

“Queremos seguir e incluso también queremos cultivar el callo de hacha, almeja chocolata café y roja para que haya más trabajo”, señaló Guillermo.

Interiores 900x600-2.jpgHubert dando un recorrido a turistas por la bahía de La Paz. Fuente: Daniela Reyes

Después de todo el trabajo de restauración del callo de hacha y pensando en otras alternativas para hacer sostenible la restauración, incursionaron en el turismo.

Desde hace tres años los pescadores de OPRE lanzaron Manglitour, la operadora turística de la cooperativa. Lo que los distingue del resto de la oferta turística es que sus tours consisten en contar la historia de su comunidad y de OPRE mientras visitan sitios emblemáticos de la restauración que realizan en la ensenada de La Paz.

“Lo primero que se nos vino a la mente fue turismo, pero un turismo de llevar a las personas al cultivo para que saquen sus ostiones o su callo de hacha y después prepararlos para comerlos con su mesa y sillas en la playa”, señaló Guillermo.

Así, a bordo de una lancha llevan a grupos de turistas a compartir su historia, sus anécdotas, su territorio y los acompañan a vivir la experiencia de cosechar sus propios alimentos. Mientras que en el trayecto puede haber encuentros con delfines, tortugas y avistamiento de aves también.

Su meta es que con la diversificación y dejando descansar el callo otros tres años, puedan recuperar los casi cinco millones que tuvieron en el 2015, o incluso llegar a doce millones.

Un modelo en construcción

Los pescadores de OPRE son un ejemplo de acuacultura regenerativa, de acuerdo con Andrew Rhodes, director de Relaciones Públicas y Política de Alumbra Innovations, que ha financiado algunos proyectos de OPRE.

“Hacen acuacultura con buenas prácticas y al mismo tiempo están regenerando el ambiente. Es una apuesta de cómo podemos detonar modelos económicamente viables, que restauren la naturaleza, honren a las comunidades y brinden prosperidad”, señaló Rhodes.

Los pescadores de OPRE están probando qué alternativas les funcionan mejor y construyendo ese modelo que permita mantener un equilibrio en su relación con el mar y su forma de vida.

“Honestamente, para mí no es un proyecto, para mí esto es una historia viva donde la comunidad de El Manglito no solo está restaurando un ecosistema y unas especies sino también la relación que tenemos con el mar, y de esto se trata esto, de entrelazar corazones y enfocarlos en la ensenada”, señaló Hubert.

Escrito por

Daniela Reyes

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