En Baja California Sur se extrae el 97% de verdillo de la Península de Baja California. Para mantener su aprovechamiento, pescadores y cooperativas de las costas de Comondú suspenden durante 45 días al año la captura para permitir la reproducción de la especie entre el 1 de julio y el 15 de agosto.
Desde el 2023, siete cooperativas que operan entre las delegaciones La Poza Grande y San Juanico detienen la pesca, justo cuando este pez se acerca a la costa para desovar.
La medida surgió en una primera reunión convocada por la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Puerto Chale y fue respaldada después por la Federación de Cooperativas del Golfo de Ulloa.
La pesca de verdillo, junto con otras especies como la langosta azul y roja, han sido históricamente el sostén económico de las comunidades pesqueras de la zona. Así el primero les provee de ingresos durante los meses en que estas otras pesquerías se encuentran en veda.
“Me decía un compañero: cuando ustedes se van a la langosta, nosotros nos quedamos pescando todo el año. Cuando regresan ya nos lo acabamos. ¿Qué te parece si hacemos un acuerdo y dejamos descansar ciertas piedras?”, contó Aguilar.
Los primeros ensayos previo a la veda se hicieron en zonas de referencia como la piedra La Viuda, donde dejaron de pescar un año completo.
“Después volvimos y la trampa salía llena, hasta con seiscientos kilos en cuatro trampas. Fue satisfactorio ver que funcionaba”, añadió.
Desde entonces, menciona Tomás Camacho Bareño, presidente de la Fedecoop del Golfo de Ulloa, siete cooperativas se han sumado al acuerdo comunitario, entre ellas: La Poza Grande, Barranquitas, Bahía de San Juanico Surf, El Chicharrón, Oleros y Mendoza Unidos.
“Durante todo el año, al haber verdillo, hay economía en las comunidades pesqueras. Es una producción constante, un respiro para el bolsillo”, afirma Florencio Aguilar, presidente del consejo de administración de Puerto Chale.

“Antes (de implementar la suspensión de extracción), en esos meses, el comprador decía ‘te lo compro a siete pesos, al cabo que lo sacas cerquita de la orilla’. La gente con necesidad lo vendía barato y al mismo tiempo estábamos afectando la reproducción”, recuerda Aguilar, pues durante la reproducción, migran a fondos arenosos someros de apenas 1.5 metros de profundidad, donde forman agregaciones de desove antes de regresar a su hábitat original como arrecifes, lechos de algas marinas, bancos de arena, o rocas, a profundidades que oscilan los 30 metros.
“Por eso acordamos suspender internamente la captura y la gente lo respetó. Con esa pausa logramos que creciera más grande y se vendiera mejor”.
Cifras en descenso impulsaron el acuerdo
El acuerdo de suspender la pesca de verdillo también fue impulsado por la irregularidad previa con otras especies de alto valor en la región. Florencio recuerda que, a diferencia de épocas pasadas, la langosta y el abulón han mostrado recuperaciones muy lentas y no estables que afectan directamente a la economía de las cooperativas.
Los registros de la propia cooperativa muestran cómo la producción de langosta azul y roja han gozado de una lenta recuperación, pero sin alcanzar los niveles de antaño debido a fenómenos ambientales y cambios poblacionales.
En la temporada 2021-2022, ambas pesquerías de langosta (roja y azul) sumaron 21.9 toneladas; en 2022-2023, 25.4 toneladas; en 2023-2024, 32.4 toneladas, y en 2024-2025, 34.5 toneladas.
Sin embargo, los registros de ambas no son paralelos. Aunque la langosta azul mostró un repunte, la langosta roja disminuyó.
“En el siglo pasado había abundancia, no teníamos que ir tan lejos y gastábamos menos en la captura”, recordó Aguilar. “Hoy tenemos que invertir más y obtener menos”.
Por el contrario, el verdillo no solo mantiene a los pescadores que lo capturan, también sostiene a familias completas en tierra.
Aguilar explicó que durante la temporada es común contratar principalmente a mujeres para limpiar y destripar el pescado. “Cuando llega la lancha con una tonelada de verdillo, ellas hacen el trabajo de desvisado y se les paga por kilo. En el tiempo de suspensión se quedan sin ese ingreso, pero hemos gestionado apoyo del gobierno del estado y del FONMAR con despensas para las familias”.
El dirigente asegura que la diferencia económica se nota: “Hay pescadores que alcanzan hasta 20 mil pesos en una quincena solo de verdillo. Para muchos es más que lo que dejan con la langosta”.

El verdillo es un recurso próspero, pero históricamente subvaluado en el mercado. “Es muy abundante, por eso lo bajan de precio… subvaluado”, señaló Martín Oscar Rosales, responsable del área de reproductores y del mejoramiento de larvas de verdillo del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar-IPN).
Gran parte de la producción se canaliza hacia frigoríficos en San Diego, desde donde se exporta a mercados de Asia, mientras que en Baja California Sur suele comercializarse bajo distintos nombres.
En el mercado local, su precio está entre los 110 y 150 pesos por kilo, Martín Rosales le atribuye este repunte del producto por la caída de otros recursos pesqueros como la langosta o abulón.
Un ejemplo replicable
A la fecha, el acuerdo comunitario suma 135 días de suspensión de pesca acumulados en tres años consecutivos. Para Aguilar, lo más valioso es que ha sido respetado. “Lo sorprendente es que la gente confió y lo hizo. Somos muchas cooperativas y no hubo conflictos. Eso habla de que se puede organizar la pesca de manera comunitaria”.
La experiencia, dice, es que la veda puede ser replicada en otras zonas del estado donde también se depende del verdillo. “Lo que nos motivó fue cuidar la especie, alcanzar tallas buenas y fijar un precio justo. Así podemos vivir de la pesca sin malbaratar nuestro esfuerzo. Es un ejemplo que muestra que sí se puede trabajar en conjunto por el recurso y por la comunidad”.
José Ortíz distingue el caso de Puerto Chale de otros, donde las poblaciones se han recuperado porque las actividades turísticas han hecho que los locales dejen la pesca.
“Tenemos el ejemplo de Cabo Pulmo, que cumplió 30 años y se ha visto que las poblaciones se recuperaron, pero el punto aquí es que se debe mejorar para una mejor explotación, no para el turismo”, comenta José Ortíz con entusiasmo.
Ortíz también mencionó el refugio pesquero de Punta San Cosme, en la Bahía de La Paz, donde las comunidades locales mantienen un corredor de protección. Estos ejemplos muestran que las medidas de restricción pesquera, cuando son adoptadas y respetadas por los propios pescadores, pueden convertirse en un modelo de manejo comunitario replicable en distintas regiones del estado.
El propio refugio de verdillo ha sido un factor de recuperación estatal, revelan las cifras.
Entre el 2000 y 2020 se registraron fluctuaciones significativas en la producción de verdillo. En el 2012 se alcanzó un máximo de 6 mil 76 toneladas, pero en 2016 descendió a 2 mil 804 toneladas. A partir de la entrada en vigor de un refugio pesquero de verdillo el 23 de junio de ese año, las cifras estatales han mostrado una recuperación gradual.
Domesticación del verdillo
Debido a la importancia pesquera del verdillo y su gran aprovechamiento en el estado, los investigadores del Cicimar-IPN desarrollan un proyecto desde hace más de 10 años que busca sentar las bases para ofrecer a las comunidades pesqueras semillas de calidad y alternativas productivas a futuro.
Se trata de un equipo integrado por Karina Hernández Ibarra, especialista en genética aplicada en acuacultura; Martín Oscar Rosales, responsable del área de reproductores y del mejoramiento de larvas; y José Luis Ortíz Galindo, profesor investigador enfocado en las condiciones en campo sobre nutrición y calidad del agua por metales pesados derivados de las salineras.

Foto: Emilio Avendaño.
Aunque hasta ahora no se reporta un colapso en la población de verdillo, investigadores de Cicimar consideran que la apuesta por alternativas como la acuacultura responde a una visión preventiva.
“El recurso no está en riesgo, hasta donde sabemos no hay una sobreexplotación ni nada de eso, pero no tenemos que llegar a eso”, señaló José Ortíz. La especie, nativa del Pacífico, ha mostrado buen crecimiento en cautiverio y un potencial de mercado por su sabor y valor nutricional, lo que abre la posibilidad de fortalecer a las comunidades pesqueras con nuevas herramientas acuícolas productivas.
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