Es un pez majestuoso, color blanco surcado con líneas en rojo y café; elegantes aletas pectorales y 18 aletas dorsales en forma de espinas, que en la punta llevan veneno. Se trata del pez león (pterois antennata), la especie invasora más letal para los ecosistemas marinos del Gran Caribe.
Su hábitat natural son las lagunas arrecifales del Indo-Pacífico, entre las costas de África y Asia, pero desde hace dos décadas su población crece de manera exorbitante en las aguas del Gran Caribe.
Su origen en el mar Caribe se atribuye a la liberación de ejemplares del acuario de Florida en la década de 1990, indicó María del Carmen García Rivas, directora del Parque Nacional Arrecifes de Puerto Morelos.
Sin depredadores, este pez tiene una capacidad reproductiva muy alta en comparación con otras especies. Cada hembra puede desovar 5 mil huevecillos en un periodo de incubación de 45 días, unas tres veces al año.
“Al no tener competencia en el medio natural, tiene varias ventajas en relación a las especies nativas, lo que le permite colonizar rápidamente”, refirió la funcionaria, cuya tesis doctoral se basó en las estrategias para el control de este pez.
Foto: Jorge Peniche / CICY
En el 2003 fue identificado por primera vez en las costas de Quintana Roo. Actualmente, se ha reportado su presencia en prácticamente toda la región caribeña, desde las Bahamas hasta Colombia y Venezuela.
En el Caribe el pez ha encontrado condiciones igual o mejores a las de su zona de distribución natural, explicó Adán Caballero Vázquez, investigador del Laboratorio de Ecología y Biodiversidad de Organismos Acuáticos (Leboa), del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY).
Se come prácticamente todo lo que se mueve, ahí radica el problema. Crustáceos, peces, moluscos, todos forman parte de su dieta, de acuerdo con investigaciones lideradas por Caballero Vázquez.
El equipo del Leboa se adentró a obtener datos sobre la distribución, comportamiento y biología de estos peces, para entender el éxito de su invasión y posibles afectaciones.
Para ello, se tomaron medidas, pesaje y se hizo revisión de contenido estomacal de ejemplares, para determinar qué comen.
Los resultados arrojaron que en el Caribe las tallas de peces son más grandes que incluso en el Indo-Pacífico.
De acuerdo con Adán Caballero, los ejemplares adultos tienen una alimentación basada en peces, luego en moluscos y finalmente en crustáceos. Por el contrario, los juveniles de pez león consumen más crustáceos.
También se encontró que son especies que se adaptan fácilmente a aguas con condiciones de salinidad distintas, pues hay algunos que se distribuyen en los “ojos de agua” en la zona de Puerto Morelos, que son flujos de agua dulce desde el subsuelo. En estos “ojos de agua” también es común que exista una mayor concentración de nutrientes y disminución de oxígeno en el agua.
Desequilibrio, ¿cómo afecta?
Son peces carnívoros. Todo a su paso puede ser alimento para su estómago voraz, que puede expandirse hasta 30 veces su tamaño. Incluso, son caníbales, pues pueden comerse a sus propias crías.
En los ecosistemas, el equilibrio es clave. Al no tener depredadores, el pez león está arrasando con especies nativas.
“Hay una reducción importante de peces, de crustáceos, de moluscos y de varios de los organismos acuáticos por la depredación del pez león, y pues está teniendo un efecto importante no sólo en especies de importancia ecológica, sino también especies de importancia comercial”, apuntó Adán Caballero.
Foto: Jorge Peniche / CICY
Cangrejos, camarones, juveniles de meros, pargos, peces loros, pulpos y langostas forman parte de su dieta.
“Es un efecto cascada, no solo es que se coma a otra especie, sino que al romper el equilibrio desencadena una serie de impactos negativos”, refirió.
La disminución de peces y crustáceos comerciales afecta de forma directa a las comunidades que dependen de estos recursos marinos para subsistir.
Por otra parte, en el medio ecológico, genera varios problemas. Melina Soto, representante en México de Healthy Reefs Initiative, refirió que el Arrecife Mesoamericano atraviesa por diversos desafíos que se conjugan.
La contaminación del agua y el calentamiento global han provocado una alta proliferación de macroalgas carnosas, que crecen sobre los corales, los asfixian y los matan.
Para controlar el crecimiento de estas macroalgas son clave los herbívoros, como el cangrejo rey, los distintos tipos de peces loros o los erizos de mar.
“Si estamos perdiendo aliados herbívoros, entonces el problema se hace más grave”, señaló.
El crecimiento de algas, con la disminución de especies marinas herbívoras, repercute de forma directa en la salud de los arrecifes, ecosistemas relevantes que proporcionan múltiples servicios ambientales a las poblaciones costeras.
Humano, hasta el momento, el único depredador
El control del pez león es una tarea ardua. Erradicarlo es utópico, no sucederá, afirmó María del Carmen García Rivas.
“Nos tenemos que acostumbrar a que ya siempre habrá pez león en nuestros mares, lo que podemos hacer es buscar controlarlo y esperar a que el medio se adapte y tenga depredadores”, planteó.
Aunque ya se piensa que puede comenzar a tener algunos depredadores, como las barracudas o rayas, aún no es suficiente para controlar las poblaciones de la especie invasora. Tampoco se cuentan con demasiados datos sobre ello, dijo Adán Caballero.
Frente a la situación, se han implementado diversas estrategias en poblados como Xcalak, Mahahual, Cozumel y Puerto Morelos, a fin de aprovechar comercialmente esta especie, cuya carne resulta sabrosa y exótica.
Aunque en las áreas naturales protegidas está prohibida la pesca, en el Parque Nacional Arrecifes de Puerto Morelos las cooperativas pesqueras locales pueden acceder para extraer únicamente esta especie.
No son grandes nadadores, por lo que su captura es relativamente fácil, aseguró la directora del Parque Nacional. Se utilizan artes de pesca como redes dirigidas, anzuelos o arpón.
“Eso sí, hay que tener mucho cuidado, porque tiene espinas venenosas. No mata, pero duele como si te fueras a morir”. Son de la familia de peces scorpaenidae, a la que también pertenece el pez piedra, considerado el pez venenoso más letal.
El precio comercial del pez león en marisquerías del poblado de Puerto Morelos, en Quintana Roo, supera incluso el precio del salmón, pues se vende hasta en 500 pesos el kilo.
Pero no solo su carne es aprovechada, también mujeres artesanas están utilizando las aletas para hacer artesanías.
Tanto García Rivas como Melina Soto coincidieron en que la estrategia de sacar beneficio comercial ha sido funcional para reducir los impactos en los ecosistemas marinos.
Falta información
Adán Caballero consideró que desde la pandemia los estudios académicos sobre esta especie exótica han disminuido considerablemente por la falta de recursos. Asimismo, refirió, otros problemas más vistosos como el sargazo han acaparado la atención.
No obstante, aseveró que falta información actualizada sobre la distribución del pez, sus dinámicas de colonización y confirmar si, efectivamente, ya tiene algunos depredadores.
Añadió que también hay áreas poco exploradas, pues estos peces -que se distribuyen en aguas someras- se encuentran cada vez a mayores profundidades, y ejemplares de mayor tamaño.
“El impacto que está teniendo en aguas profundas no lo conocemos”, concluyó.
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