Desde hace 80 años, los pescadores de la sociedad cooperativa Progreso se dedican a capturar y vender pescado desde la comunidad de La Bocana, en Baja California Sur. Son una de las más de 600 cooperativas pesqueras que hay en este estado mexicano del Pacífico Norte.
Aunque su principal trabajo es la captura de escama, abulón, caracol, langosta y pulpo, se han posicionado en la acuicultura con el cultivo de ostión japonés y abulón azul, éste último conocido como una especie de alto valor comercial para los pescadores.
A principios de mes, la cooperativa Progreso concluyó el trámite para que su marca homónima sea proveedora de Chedraui en Baja California Sur. La distribución será de pescados y mariscos frescos y enlatados.
“Vamos a empezar en Baja California Sur para ver la demanda, cómo se mueve (la marca) y tratar de crecer. Esperemos que el mercado la acepte y respondamos positivamente a las expectativas de Chedraui”, señala Jesús Salvador Verdugo, actual presidente de la cooperativa Progreso, en La Bocana.
Que una cooperativa de pesca artesanal posicione su trabajo a través de una marca en un supermercado es poco común entre pescadores ribereños, quienes a menudo enfrentan dificultades para cubrir la demanda en comparación con el sector industrial y no encuentran precios justos por su trabajo en estos mercados.
“Los mercados actuales de pescados y mariscos se basan en intermediarios y comisionados, y en la concentración de las empresas pesqueras más grandes, que utilizan su poder de mercado para presionar a las y los pescadores en pequeña escala para que acepten precios inferiores a los del mercado, lo que conduce a una espiral de endeudamiento”, señala un estudio de la organización Transnational Institute (TNI).

En el caso de las comunidades pesqueras en la península de Baja California, Verdugo explica que es difícil invertir en una actividad que se rige bajo temporadas, como la pesca, para que responda a un mercado que demanda productos todo el año.
“Hay que aprovechar la temporada de pesca para procesar e industrializar. A veces tienes que conservar en congelación o enlatado tus productos y, si no tienes capital de trabajo, es complicado mantener muchos inventarios, pagar a los productores, comprar todos los insumos… Hay una limitante en el financiamiento y el capital de trabajo (en la pesca), principalmente, cuando estás abriendo mercado”, señaló el presidente de la cooperativa Progreso.
Sin embargo, en el caso de los pescadores de La Bocana, Verdugo precisa que se sienten estables. La cooperativa tiene un almacén y una tienda física en Ensenada, Baja California, así como distribuidores que envían el producto a Chihuahua, Ciudad de México, Quintana Roo, Jalisco y Yucatán.
En el mercado internacional exportan directamente a China y Estados Unidos. También han recibido capacitaciones para mejorar la sustentabilidad de su producción, esto último les ha permitido alcanzar otros mercados en los últimos años.
Lo que sigue para la cooperativa Progreso es que la trazabilidad, seguimiento de su producto pesquero en toda la cadena de suministro, se mantenga en sus puntos de venta, por lo que han comenzado a implementar tecnologías.
“Estamos trabajando en un programa de trazabilidad para que, a través de un código QR, el cliente pueda saber dónde compró el producto, dónde se empaquetó, qué embarcación lo sacó… y así sepa que hay una historia detrás de cada plato o kilo de producto que se consuma”, explicó el presidente.
Para el sector pesquero, la trazabilidad representa una medida para combatir la pesca furtiva, identificar riesgos sanitarios y contribuir a que los consumidores tomen decisiones más informadas. “Para nosotros surge porque estamos en un proceso de crecimiento y es parte del orden que queremos llevar en nuestros productos”, concluyó Verdugo.
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