Casi pescadoras, incrementa participación de mujeres yaquis en la pesca

María Robles, como la mayoría de las mujeres yaquis, conoce el mar abierto desde que era una niña. Es una de las habitantes en Bahía de...
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María Robles, como la mayoría de las mujeres yaquis, conoce el mar abierto desde que era una niña. Es una de las habitantes en Bahía de Lobos, municipio de San Ignacio Río Muerto, Sonora, que sabe cómo es atrapar jaiba, camarón azul y medusa con los pescadores de su comunidad.

“Son muy pocas las que están involucradas a diario en un trabajo como pescadores… tres o cuatro mujeres. Aún así, las que lo desempeñan, no sé si por necesidad o por gusto, hacen muy buen trabajo”, compartió María, quien empezó a recolectar con sus hermanos cuando tenía dieciséis.

Robles, de 41 años, estudió una licenciatura en Biología y trabaja en el área administrativa de la Cooperativa Comunidades Yaqui. Una organización de pescadores de la tribu que cuenta con 579 socios. Todos hombres.

Las mujeres yaquis no son pescadoras ni forman parte de la Cooperativa Comunidades Yaqui. Aunque desde hace años comenzaron a involucrarse con mayor frecuencia en varias actividades, no solo en el área administrativa, sino además en el procesado de producto y como pescadoras, algunas eventuales y solo un par que acuden formalmente.

Esto las hizo protagonistas en la captura de medusa bola de cañón -o aguamala, como se le llama comúnmente en la zona pesquera- el pasado 25 de abril.

El papel de las mujeres yaquis en la pesca es indispensable. Son las encargadas del descabezado, eviscerado y empaque de camarón, atún, jaiba, aguamala y demás. También someten el producto a deshidratación sin que pierda sus propiedades naturales.

A pesar de este trabajo, María cree que “si les dieran la oportunidad” con mayor frecuencia, las mujeres podrían estar mejor capacitadas para poder ser pescadoras.

“Yo veo a muchas mujeres que realmente se quieren dedicar a la pesca pero las puertas están medio cerraditas. Se detienen por el qué dirán o porque no las ven muy capaces. Según es un trabajo más duro, para hombres, un poco pesado, pero realmente sí podríamos estar más preparadas para realizarlo si se nos diera la oportunidad de hacerlo libremente”, explicó.

Este año la producción de medusa bola de cañón, popular en el mercado chino, fue de mil 882 toneladas con un valor de 3.2 millones de pesos, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) en Sonora. Como cada temporada, se localizan los cardúmenes y se extraen con una talla mínima de 11 centímetros de diámetro.

Debido a un clima desfavorable por fuertes lluvias, la producción no superó la del año pasado. En 2020 el volumen de la especie fue de 12 mil 369 toneladas con un valor de 30.50 millones de pesos, de acuerdo con el Sistema de Información de Pesca y Acuacultura (Sipesca).


Foto: Conapesca Sonora

El mar o diez horas de campo

“Mi mamá fue madre soltera y todo el tiempo desde muy chicas trabajamos en el mar. Íbamos a los ostiones, a buscar almejas, una que le dicen pata de mula. Al llegar a casa nos poníamos a sacar los ostiones y lo vendíamos de frasco en frasco. Somos siete hermanos, cinco mujeres y dos hombres”, recordó Brenda Guadalupe Navarro Corona, de 27 años.

Originaria de Guásimas, municipio de Guaymas, también es parte de la comunidad yaqui. Dice que toda su familia se dedica a la pesca. Desde su esposo que ha sido pescador por una década hasta su madre que a sus 53 años continúa atrapando almeja para vender.

La actividad pesquera es la principal fuente de ingresos en la zona. Brenda en Guásimas y María desde Bahía de Lobos coincidieron al responder que el trabajo en el mar puede tener mejores condiciones que en las maquiladoras o el campo donde las jornadas son de 10 horas, incluso más.

“Todo el día agachada, cortando calabaza, sí es muy cansado”, dijo Brenda, quien también trabajó en el campo.

A pesar de que las mujeres yaquis no forman parte del padrón, las trabajadoras de la Cooperativa Comunidades Yaqui reciben un salario por su trabajo en cualquier parte del proceso pesquero que se ubiquen.

Un promedio de 350 pesos por día para la temporada de pesca y de 2 mil 100 pesos semanales para mujeres de planta en el área administrativa. También hay fuente de empleo para ellas en las plantas procesadoras chinas donde se recibe la medusa, jaiba o camarón, pero éstas no pertenecen a la Cooperativa.

“Sí es peligroso porque el mar no tiene agarradera. Pero hay muchas mujeres que en la temporada de camarón avientan las redes, y eso que es más pesado que la jaiba o la medusa. Van con sus esposos, con sus papás, con sus hermanos, pese a que es un trabajo para personas rudas. Aquí la gente es muy ruda”, aseguró Brenda.

“¿Tú consideras que están listas para hacer las mismas actividades que los hombres?”, se le preguntó. “Pues la verdad, yo creo que sí”, respondió.


Imagen: “Capital Natural y Bienestar Social de la Comunidad Yaqui” del Instituto Tecnológico de Sonora.

El mar y el trabajo del hogar

La Cooperación Comunidades Yaqui coincide que el incremento de la participación de las mujeres es constante. Su representante legal, Samuel Valenzuela, declaró que tampoco se niega que continúen trabajando en el sector pesquero, sin embargo, el padrón continúa sin registrar mujeres.

“No hemos hablado de incluirlas en el trabajo porque, aparte de ser pesado, ellas son madres de familia y es imposible que los dos (papá y mamá) se vayan al trabajo y dejen a los hijos en casa solos… No lo hemos pensado, tal vez”, reconoció Valenzuela en entrevista para esta publicación.

María Robles y Brenda Guadalupe Navarro tienen diferentes maneras de lidiar con lo doméstico.

“En mi caso, me llevo a los niños a la casa de mis suegros o con una hermana mía. Ella también es muy trabajadora y, cuando puedo, me manda a sus niños. Nos compartimos el cuidado”, narró Brenda.

Ambas coincidieron que el problema que debe de seguir resolviéndose es el machismo que sigue presente en la comunidad. María considera que las mujeres yaquis aún batallan con la creencia de que la mujer nada más debe de estar en su casa: “He luchado por defender mi postura en el trabajo. No solo es decir que hacemos cosas que no hacen los hombres, también hacemos cosas que no pueden hacer los hombres. Por eso impulso mucho a las demás: quieres ir al mar, se puede, quieres hacer esto, se puede”.

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