Las cuidadoras de los siete colores de la laguna Bacalar

Desde las alturas se aprecia la belleza escénica de la laguna Bacalar, ubicada al sureste de México, en el estado de Quintana Roo. Es con...
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Desde las alturas se aprecia la belleza escénica de la laguna Bacalar, ubicada al sureste de México, en el estado de Quintana Roo. Es conocida como “laguna de los siete colores” por las diferentes tonalidades de azul que tiene el agua, como consecuencia de las distintas profundidades a las que se encuentra, así como por la presencia de manglares, estromatolitos y selva que ayudan a purificarla. Bacalar alberga también una diversidad de aves migratorias, acuáticas, y mamíferos como el mono araña, sin embargo, estas especies y el sistema lagunar han sufrido el impacto del turismo masivo, agricultura, deforestación y urbanización.

Ante ello, la organización de sociedad civil Agua Clara ha dedicado sus esfuerzos para monitorear la calidad del agua de la laguna y comunicar los resultados a la población de Bacalar a través de un semáforo que mensualmente alerta sobre qué zonas a lo largo de la laguna son propicias para uso recreativo y cuáles no.

Esos insumos han sido parte de la Tarjeta de Reporte de laguna Bacalar, el estudio más integral publicado en 2021 que recaba los resultados de 10 años de investigación científica, donde se concluye que el estado de salud de la laguna Bacalar es regular, “sin embargo, la calidad del agua no es óptima en ninguna parte”, refiere.

El reporte señala que la zona más afectada es el centro-oeste de la laguna, pues ha sido “significativamente impactada por desarrollo urbano no sustentable” proveniente del turismo, expansión urbana y descargas residuales en la ciudad de Bacalar. Esto ha provocado una alta presencia de la bacteria Escherichia Coli (E. Coli) y pérdida de manglares.

Vista de los arrecifes de estromatolitos y manglar rojo y botoncillo que habitan en el suroeste de la laguna Bacalar, donde todavía no hay tantos desarrollos turísticos ni urbanos. Foto: Yanine Quiroz

Aparte del monitoreo del agua, que se realiza de la mano de la ciudadanía, la comunidad de Bacalar tiene otros esfuerzos colectivos para limitar el tránsito de embarcaciones los días miércoles, reforestar manglares y extender la educación ambiental a la gente.

Mujeres cuidadoras del agua

A unas calles de la carretera Cancún-Chetumal, en la ciudad de Bacalar, se encuentra la oficina de Agua Clara Ciudadanos por Bacalar, la cual desde 2019 realiza el monitoreo de calidad de agua en la laguna. En la entrada me recibe Naomi Buj, técnica de la organización, quien me conduce a través de su laboratorio con mesas llenas de pipetas y equipos de análisis microbiológico y me explica a grandes rasgos cómo utilizan esos materiales para hacer los análisis.

Más adelante, en la oficina, hablo con Melina Maravilla, directora ejecutiva de la organización. Ella cuenta que antes de conocer qué zonas de la laguna están más y menos contaminadas, es importante saber que la calidad del agua depende de los sitios de monitoreo y de las características del monitoreo que se esté realizando.

Melina y Naomi en el laboratorio de Agua Clara Ciudadanos por Bacalar, donde realizan el análisis de calidad de agua de la laguna. Foto: Yanine Quiroz

Por ejemplo, la organización junto con personas voluntarias capacitadas recolecta 100 milímetros (ml) de agua por cada sitio de muestreo a una profundidad de 30 a 50 centímetros; y de esos 100 ml sustraen 1 ml con una pipeta y lo colocan en un medio de cultivo para detectar el tipo de microorganismo o sustancia presentes en el agua: desde el Índice Trófico TRIX que mide los nutrientes (clorofila, oxígeno, nitrógeno y fósforo), hasta la presencia de la bacteria E. coli, que en concentraciones altas causa infecciones estomacales que podrían poner en riesgo la vida de niños y adultos mayores.

“El centro oeste de la laguna, donde está la ciudad de Bacalar, es la que presenta más preocupación, pues hay una concentración mensual alta de E. coli y media del TRIX”, comparte Melina Maravilla. La bióloga añade que las causas de esa contaminación son el desarrollo turístico, crecimiento urbano y la agricultura, pero en el caso de E. coli las descargas de aguas residuales.

“Todos los mamíferos tenemos E. coli en las heces fecales: humanos y animales silvestres. Pero tenemos que cuidar las concentraciones altas de esta bacteria, que se atribuyen a descargas de aguas residuales y falta de drenaje en zonas urbanas cercanas a la laguna”, afirma.

Para que el agua de la laguna se considere no apta para uso recreativo se requieren que una muestra tenga cerca de 200 colonias de E. coli —una colonia es un grupo de estas bacterias que interactúan estrechamente—. Los resultados del monitoreo de la calidad del agua se comunican a la población a través del semáforo que se publica en el sitio web de la organización. Así, el amarillo significa que la laguna no está apta para el nado, mientras que el azul señala que la calidad del agua es excelente, el verde es satisfactoria y el rojo, fuertemente contaminada.

Bacalar, hogar de estromatolitos, caracol chivita y manglares

La salud de la laguna Bacalar no solo depende de la calidad del agua, sino también de la presencia de arrecifes de estromatolitos —comunidades de microorganismos, formados por la precipitación de minerales carbonatados—, así como de la vegetación y manglares que rodean al humedal y ayudan a filtrar el agua y almacenar gases de efecto invernadero, que causan el cambio climático.

Caracol chivita representado en el muro de una de las calles de la ciudad de Bacalar. Su importancia radica no solo en ser alimento para humanos y otras especies como el gavilán caracolero, sino porque ayuda a controlar el crecimiento de plantas dentro de la laguna. Foto: Yanine Quiroz

Al mismo tiempo, la laguna brinda hogar a especies como el caracol chivita (Pomacea flagellata), un molusco endémico de Bacalar que contribuye a mantener los colores de la laguna al controlar el crecimiento de diversas plantas, pero que en las últimas dos décadas su sobreexplotación como alimento humano ha conducido a una disminución drástica de su población.

Aldair Tuut es un joven habitante de Bacalar que ha visto de cerca esos cambios en la laguna. “No solo nosotros ocupamos la laguna sino también los animales, los lagartos y los peces. El caracol chivita se consumía mucho e incluso era alimento para otros animales como el gavilán caracolero. Hace 8 ó 9 años habían bastantes caracoles chivita en la orilla de la laguna, pero ahora prácticamente ya es muy raro verlos”, cuenta.

Tuut refiere que anteriormente se podía nadar sin ningún problema dentro de la laguna, pero que en los últimos 10 años la población ya no puede ingresar a la laguna porque temen contraer E. coli y enfermarse. “He escuchado gente que de plano dice: pues yo escuché en la radio que la laguna tiene bacterias y nos hace daño, entonces ya no vamos”, comparte.

La laguna tiene su propia dinámica hídrica: al sur el flujo proviene del agua subterránea que ingresa desde Xul-Ha y viaja por el Canal de los Rápidos hacia el centro, en la ciudad de Bacalar; mientras que en el norte el agua llega de un flujo superficial derivado de las lluvias y también de las lagunas de Noh Bec, Chacchoben y San Felipe Bacalar. El agua de ambos polos converge en el centro de la laguna y sale por el Canal de los Piratas hacia la Bahía de Chetumal.

“Los microorganismos como hongos, bacterias, microalgas, invertebrados y manglares absorben los minerales que arrastra la costa para crecer y alimentarse, y al mismo tiempo impedir que esa materia orgánica contamine la laguna”, explica Héctor Hernández, investigador del Departamento de Sistemática y Ecología Acuática de El Colegio de la Frontera Sur en Chetumal. Para el científico, la conservación de la laguna necesita la construcción de un modelo de desarrollo que no contamine y destruya la vegetación, así como una regulación en el uso de suelo y expansión de la conciencia ambiental.

La educación ambiental también es una de las soluciones que promueve el programa de monitoreo de calidad del agua, el cual a pesar de recibir pocos recursos financieros, ha podido continuar gracias al voluntariado que los y las bacalarenses realizan en al menos 8 puntos de muestreo, como balnearios y accesos públicos. Ahí ayudan a la observación de la laguna, preparar los materiales de análisis, e incluso a la interpretación de resultados.

“Mientras las personas conozcan cómo se encuentra la laguna y por qué es importante lo que hacemos, vamos a tener mejor respuesta para la conservación no solo del agua sino del paisaje”, concluye la directora de Agua Clara Ciudadanos por Bacalar.

* Este trabajo contó con el apoyo de la Red de Periodismo del Mar (Repemar), impulsada por Causa Natura con la ayuda de la Earth Journalism Network de Internews.


Escrito por

Yanine Quiroz

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