El delfín rosado o tonina (Inia geoffrensis), una de las especies acuáticas más singulares, vive bajo riesgo en los ríos de la Amazonía. Ante el incremento de amenazas por la caza, la pesca incidental, la deforestación y la minería, un grupo de científicos en Colombia trabaja en seguirles el rastro porque considera que su monitoreo es fundamental para atender su conservación y la del ecosistema que habitan.
"Con el seguimiento satelital hemos marcado más de 52 delfines en varios países de Sudamérica y hemos logrado identificar áreas claves”, explicó en entrevista Fernando Trujillo, director científico en la Fundación Omacha, institución dedicada a la conservación de fauna.
La fundación ha instalado transmisores satelitales en la aleta dorsal de los delfines, principalmente, en la Orinoquía, una de las regiones naturales de Colombia al sur del Amazonas. El proceso tiene un protocolo de manejo donde también participan veterinarios y biólogos.
El objetivo del monitoreo satelital es que al conocer el desplazamiento de los delfines rosados sea posible detectar sus zonas seguras.
“Buscamos que los delfines nos muestren cuáles son los sitios claves para ellos. Identificarlos. Porque los tomadores de decisiones (autoridades) nos dicen 'miren, no podemos proteger todo el río Amazonas, son 6 mil 400 kilómetros, necesitamos priorizar' y no es una respuesta satisfactoria pero lo entendemos y trabajamos con eso”, apuntó el científico Trujillo.
Expedición binacional toninas del Meta para la estimación de abundancia de delfines rosados. Foto: Fundación Omacha
Uno de los principales retos para la conservación del delfín rosado o de río es que las amenazas se alían e incrementan al tratarse de una región transnacional como el Amazonas.
"La situación es compleja porque la Amazonía es muy grande y la gobernanza es muy débil. En la mayoría de las regiones amazónicas la comunicación no existe o es muy mala, no hay interconexión, no hay alternativas económicas, y donde no hay alternativas económicas, lo ilegal prospera fácilmente", declaró Trujillo.
Dos impactos constantes son la contaminación por las altas concentraciones de mercurio resultado de la minería ilícita y la pérdida de conectividad de los ríos (lo que genera poblaciones aisladas de delfines y alteración en la migración de peces) por la llegada de la industria hidroeléctrica.
Sin embargo, la movilización por conservar al delfín rosado también ha ganado terreno. En Brasil se frenó la pesca y comercialización de piracatinga, una especie carroñera que pescadores atraían a través de usar al delfín como carnada.
A esto se suman las poblaciones indígenas en Colombia que se organizan en el tema pesquero y en estrategias de turismo comunitario.
Respecto a las expediciones de marcaje territorial, los especialistas de Omacha buscan el apoyo de diversas organizaciones como WWF Colombia, Cormacarena y National Geographic.
En 2021, durante la pandemia, lograron identificar a Ulises y Gonzo, dos delfines machos adultos que ya habían podido fotografiar tiempo atrás en la Orinoquía. Estos se sumaron a otros nueve que anteriormente se habían marcado en la misma región.
La información ya ha permitido identificar que zonas decretadas como sitios Ramsar, que son humedales protegidos por ser considerados cunas de diversidad biológica según el Convenio Ramsar, representan un hábitat más óptimo para la supervivencia de los delfines, así como de otras especies.
“La información que hemos generado nos está mostrando que efectivamente estos sitios Ramsar son áreas importantes donde no solamente estaríamos protegiendo a los delfines, sino también a los manatíes, caimanes, peces y toda la biodiversidad acuática", explicó Trujillo.
Algunos de los sitios ya designados como Ramsar que han sido ubicados gracias a este trabajo son los lagos de Tarapoto en Amazonas, la cuenca del río Bita en Vichada y la Estrella Fluvial del Inírida.
Expedición binacional toninas del Meta. Foto: Fundación Omacha
Los pasos por la conservación del delfín rosado continúan. El año pasado, durante la Comisión Ballenera Internacional, los gobiernos de Colombia, Brasil, Perú y Ecuador se comprometieron en hacer un plan de manejo regional.
“Yo soy el coordinador para los cuatro gobiernos y el reto principal que tenemos no es la investigación científica, porque aunque hace falta conseguir fondos, tenemos socios y buscamos cómo, sino el reto está en disminuir las amenazas”, señaló.
De acuerdo con el especialista, el paso crucial para que las autoridades hagan un compromiso es cambiar la narrativa para que vean que salvar a los delfines es una tarea que abona a alcanzar las metas de disminuir la deforestación, la contaminación de mercurio o la minería ilegal en el Amazonas.
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