El cultivo de ostiones, una ola de esperanza en Yucatán

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Fotografía: Itzel Chan

En el mar que baña las costas de Yucatán ya es difícil encontrar pepino de mar, pero la época de auge del ‘oro negro’ caló tanto que una cooperativa se llama “Pepineros de Río Lagartos”. Esta pasó de ser mayoritariamente formada por hombres a ser de mujeres y transitó de la pesca de invertebrados marinos al cultivo de ostiones para evitar la sobrepesca.

Río Lagartos es una localidad costera al norte de la Península de Yucatán, y de algún modo se ha posicionado como un sitio turístico a nivel nacional e internacional por sus avistamientos de flamencos entre abril y agosto.

La mayoría de las familias ofrecen recorridos turísticos para ver a las aves de color rosa o los cocodrilos que viven en sus humedales. Unos cuantos más se dedican a la pesca, pero con el paso del tiempo son los menos, pues señalan que los peces han disminuido; por ejemplo, antes avanzaban de 5 a 10 millas para capturar y ahora se desplazan hasta 100 millas mar adentro, muchas veces con poca suerte.

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El mar que baña los humedales de Río Lagartos. Fotografía: Itzel Chan. 

Daniel Perera Baas vio en el cultivo de ostiones una oportunidad. También, siete mujeres que encontraron en los moluscos una forma de trabajo inclusiva que permite a las madres estar cerca de sus hijos e hijas mientras contabilizan, limpian y cuidan las conchas.

Aurelia Perera Alcocer siguió el ejemplo de su padre Daniel e incursionó en el manejo de ostiones. Ahora es una de las encargadas de vigilar una zona de 10 hectáreas en el mar, donde colocan líneas sujetas a boyas y en pequeñas cajas suspendidas sobre el agua ponen los ostiones.

Junto con otras mujeres de distintas edades realizan diversas tareas. Llevan un registro de tallas y pesos de las conchas, las limpian de algas y otros microorganismos que se les adhieren y que pueden afectar el crecimiento de los ostiones, incluso, cuentan, hablan con ellos.

“Esto implica mucha pasión, ganas y esfuerzo para nosotras porque no contamos con un salario, pero queremos sacar cosecha para que nos toque a cada una lo que trabajamos”, comparte Perera.

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Aurelia realiza recorridos en lancha para vigilar la zona donde tienen los ostiones. Fotografía: Itzel Chan. 

Hace dos años lograron reunir más de una tonelada de ostión y esperan que en el próximo ciclo de cosecha les vaya igual o mejor para distribuirlos en restaurantes de todo Yucatán, no sólo de su localidad.

“Decidimos trabajar con el ostión porque a diferencia de otras especies, creemos que nos da un trabajo inclusivo, porque tenemos socias jóvenes, pero también otras mayores y por ejemplo, a mi mamá le cuesta moverse, pero para ella es fácil venir, sentarse y manipular los ostiones dentro del mar sin ningún problema”, relata.  

Su mamá es Guadalupe Alcocer Acosta y precisamente cuenta que junto con su esposo recurrieron al cultivo de ostiones debido a la sobrepesca. Ya que notaron que las especies comenzaron a mermar y dejó de ser redituable.

“Vemos que cada día es más difícil pescar y entonces se nos ocurrió la acuacultura como una opción para obtener más ingresos para nuestras familias y es la primera vez que una cooperativa cultiva ostiones aquí en la zona”, menciona.

Ellas cultivan el ostión americano y Guadalupe Perera, integrante de la cooperativa comparte que su sueño es que este sea un proyecto que les permita tener ingresos dignos porque le ponen mucho empeño al cuidado de los ostiones; por ejemplo, esperan a que llegue a una medida de seis centímetros como mínimo antes de ser vendidos.

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Integrantes de la cooperativa se organizan para realizar el cultivo de ostiones. Fotografía: Itzel Chan. 

El cultivo de ostión americano de Río Lagartos también ha tenido avance en estados como Tabasco y Tamaulipas, en donde actualmente operan 27 y 12 granjas, respectivamente, una perspectiva que abre un margen de crecimiento viable en Yucatán, de acuerdo con un estudio elaborado por investigadores de la Escuela de Recursos Naturales de la Universidad Marista de Mérida y del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR).

Aunque no es la solución absoluta ante la sobrepesca, la acuacultura es una alternativa, pues muchos de los recursos pesqueros están en sobreexplotación, apunta la doctora Silvia Márquez del departamento de Recursos del Mar, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav).

“Las pesquerías son súper importantes para cualquier país porque contribuyen a la generación de empleos, pero la rebanada del pastel se va haciendo más pequeña cuando entra más gente y más embarcaciones (al mar), y aunque no todos los recursos están sobreexplotados, sí la mayoría como el mero”, describe.

La investigadora resalta que la presión de la pesca no es precisamente porque las personas pesquen, sino porque, además de la alta demanda del recurso, se suman otros factores como la pesca ilegal y el comercio irregular.

A nivel país se trata de más de 300 pesquerías, pero 51 concentran más presión porque tienen una demanda importante, por ello la Carta Nacional Pesquera 2023 considera estas pesquerías para que su manejo sea regulado. Actualmente, 31 corresponden al litoral del Pacífico; cinco al Golfo de México y Mar Caribe y 15 a Aguas Continentales.  

“Por ejemplo, en Yucatán el mero es el ícono que en los años 70 y 80 se llegaba a pescar hasta 20 mil toneladas con pesca artesanal, pero comenzó a capturarse más y de forma industrial”, señala.

Para la investigadora otro factor que ha llevado a que exista un panorama de sobrepesca es que las especies son capturadas en sus zonas de reproducción o, bien, cuando aún son bebés.

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Esta actividad permite que sus hijas e hijos les acompañen. Fotografía: Itzel Chan. 

Recuerda el caso del pepino de mar que hasta hace unos años abundaba. Sin embargo, aunque tiene veda desde el 2015, continúa bajo asedio de la pesca furtiva. La situación ha orillado a los pescadores que dependían de esta pesquería a que diversifiquen su interés por otras especies. 

En el caso del ostión, las mujeres de la cooperativa “Pepineros de Río Lagartos” encuentran un respiro, lejos de la sobrepesca. 

“En el cultivo de ostiones encontramos una oportunidad para nuestra comunidad y queremos que los turistas además de ver nuestro mar se acerquen y vean el trabajo que hacemos con los ostiones, que noten el amor que le ponemos y se lleven su sabor de recuerdo”, comparte Guadalupe Perera.

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