Surf en extinción: en Ensenada luchan contra la expansión del puerto El Sauzal

En Ensenada, Baja California, surfistas luchan por salvar sus olas ante la amenaza de la expansión del puerto El Sauzal. De acuerdo con las personas entrevistadas, el proyecto pone en riesgo ecosistemas, la economía local y un deporte olímpico. El mar no solo es su cancha: es salud, comunidad y su forma de vida.
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Fuente: Colectiva Nosotras y el mar.

Al menos tres veces a la semana, Beatriz va a su fuente de bienestar: la playa. Ahí surfea las olas frías y con rompientes perfectas de la Bahía de Todos Santos bajo el cielo nublado, rodeada de delfines, pelícanos y gaviotas. Despeja su mente, se ejercita y convive con otras y otros surfistas.

El surf comparte la bahía con la actividad portuaria de Ensenada, Baja California, al noroeste de México con vista al Pacífico. La expansión del puerto comercial, turístico y naval de la ciudad de Ensenada ha afectado zonas de oleaje, pero ante el anuncio del proyecto de ampliación del puerto El Sauzal, la comunidad surfista no está dispuesta a sacrificar ni una ola más.

Proyecto de ampliación de El Sauzal

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Fuente: Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto ampliación del puerto El Sauzal en 2010.

El Sauzal es una localidad con un puerto pesquero a nueve kilómetros de la ciudad de Ensenada. Tanto el puerto de El Sauzal como el de Ensenada se encuentran dentro de la Bahía de Todos Santos, declarada oficialmente como la primera Reserva Mundial de Surf en México en el 2014 y la segunda en América Latina, por sus olas de alta calidad durante todo el año.

“Para surfear una ola se requieren ciertas características difíciles de encontrar como que la ola siga rompiendo y que no se cierre toda por completo. Ensenada tiene varios puntos con rompientes perfectas, cosa que no pasa en cualquier playa, por eso personas de todas partes del mundo vienen a surfear nuestras olas. San Miguel es una ola de clase mundial perfecta, igual en Tres Emes y Stacks”, señaló Antonio Otañez, presidente de la Asociación de Surfing en Baja California (ASBC) sobre las distintas playas.

Con el objetivo de consolidar el puerto de Ensenada como un destino turístico con cruceros y marinas, la Administración del Sistema Portuario Nacional (Asipona) Ensenada, que administra bajo concesión ambos puertos, planea trasladar toda la actividad pesquera del puerto de Ensenada a El Sauzal, como señala el Programa Maestro de Desarrollo Portuario presentado por la Secretaría de Marina en noviembre del 2023.

Sin embargo, ampliar el puerto de El Sauzal implicaría desaparecer y deformar tres de las olas más importantes para el surf dentro de la reserva: Stacks, Tres Emes y San Miguel.

“Por lo que se ven las imágenes públicas del proyecto, las olas que surfeamos quedan dentro de los rompeolas y no hay cómo salvarlas. El que queda fuera es San Miguel pero los rompeolas cambian los procesos de circulación y transporte de sedimentos y lo seguro que va a pasar es que esa ola se va a deformar”, señaló Beatriz Ibarra, oceanóloga y surfista en Ensenada.

Interiores 900x600-2.jpgFuente: Presentación de proyectos para 2023 de la Asipona Ensenada.

De acuerdo con el programa se requeriría: la ampliación del rompeolas, la conformación de nuevas áreas operativas, la construcción de un muelle pesquero, oficinas de operaciones, un parque lineal y un malecón turístico. Sin embargo, no hay ningún otro documento oficial que detalle más el proyecto.

“Este negocio es aduanero y transportista y todos esos ingresos se quedan en la federación, a nosotros como ciudad sólo nos van a quedar los impactos y tener que aprender a vivir con eso”, señaló Ibarra.

En el 2010, la Asipona Ensenada intentó obtener el permiso ambiental ante la Semarnat para la ampliación del puerto El Sauzal, pero le fue negado por no prever suficientes medidas para mitigar el impacto ambiental.

Frente de resistencia

Interiores 900x600-3.jpgPlaya Tres Emes, una de las que se vería afectada por la ampliación del puerto. Fuente: Colectiva Nosotras y el mar.

Ibarra viajó hace 24 años de Guanajuato a Baja California para estudiar oceanografía en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Al llegar conoció la playa San Miguel con sus olas perfectas, un ambiente lleno de vida con pescadores y una comunidad surfista que al poco tiempo se volvió su familia. Al ritmo de las olas ha vivido los momentos más preciados de su vida.

Sin embargo, ha sido testigo del deterioro de sus playas favoritas por la contaminación con basura y con aguas residuales y por el cierre de accesos que llevan al mar. Estas preocupaciones hicieron eco en un grupo de mujeres surfistas que en el 2021 grabaron un video para visibilizar estas problemáticas, entre ellas, Ibarra.

El éxito del video las llevó a agruparse bajo el colectivo Nosotras y el mar, y a dar charlas, talleres, participar en foros y organizar limpiezas de playas desde entonces. 

Cuando el proyecto de ampliación del puerto El Sauzal volvió a tomar vuelo, empezaron una ardua lucha para socializar los impactos del proyecto. Por ejemplo, en marzo convocaron a un foro de opinión ciudadana en la UABC y organizaron el Equinoccio Surf Open con la intención de hacer una ocupación masiva de los espacios dedicados al surf; mientras que en abril organizaron el taller “Es mi playa, mi barrio”, con la intención de incentivar el sentido de pertenencia de las playas en las infancias.

“Mucha gente no sabe, y si sabe, no está consciente de cómo les va a afectar el proyecto. Es empezar a informar a la gente que aquí siguen sus playas, que ahora sí estamos a punto de perderlas y que no nada más se va a perder la playa, van a perder su calidad de vida”, señaló Ibarra.

Estas actividades han sido acompañadas por pescadores preocupados, la ASBC, el Baja Surf Club, Ensenada Pública, Pro Natura y empresarios del Valle de Guadalupe, una región dedicada al turismo en torno a la producción de vino.

“No solo afecta a los surfers, también hay una conexión con El Valle de Guadalupe donde hay gente bien preocupada porque aunque la ruta del vino es una actividad turística, lo que quieren ahora (con la ampliación del puerto) es un turismo muy invasivo. Estamos trabajando para que el turismo respete la identidad, y el medio ambiente, consciente de las capacidades de carga de las zonas”, dijo Ibarra.

Golpe a la economía del surf

Mientras que la federación ve el desarrollo portuario como una forma de generar más ingresos, Otañez lo ve como un proyecto impuesto que desconoce el impacto local a la economía del surfing y al surf como deporte.

Por ejemplo, como sucede con otros deportes, practicar surf implica gastos. Hay que comprar tablas, cera y traje de neopreno. Mientras que para quienes son visitantes implica más que eso: transporte, alimentación y alojamiento.

Se estima que los surfistas visitantes y locales contribuyen entre 746 mil y 969 mil dólares anuales a la economía de la ciudad de Ensenada, de acuerdo con un estudio realizado por la organización Save The Waves Coalition en la Bahía de Todos Santos en 2015.

En el estudio identificaron que la mayoría de los visitantes registrados provenían de San Diego, California, y el 85% del total dijo que el surf era la razón principal de su viaje a Ensenada.

A estos estudios se les llama Surfonomics y tienen el objetivo de cuantificar el impacto económico del surf para que, a través de la comprensión de los beneficios económicos a la comunidad, se impulse la conservación de una ola como recurso natural.

“Los beneficios económicos del surf para la comunidad dependen de la salud de la costa. Para que la economía del surf crezca en Ensenada, la protección de la costa es un elemento clave”, concluye el estudio.

Aunque las ganancias pueden no ser comparables con los que generaría la ampliación del puerto de El Sauzal y el turismo náutico de Ensenada, Otañez considera que si se suma el aporte económico, y el coste ambiental, deportivo y cultural que tendría el proyecto, vale la pena conservar las olas.

“Es bien difícil ganarle a los números que va a generar el puerto, pero sí al tema deportivo le sumamos la afectación a las ballenas y al turismo que viene a ver ballenas, la afectación visual de los contenedores en la bahía y el tema deportivo, ya dices bueno, viendo el costo-beneficio realmente no queremos el puerto”, señaló Otañez.

El surf como deporte olímpico y las olas como canchas

Ana Bárbara García es una paratleta originaria de Ensenada que entrena en Tres Emes y que en abril conquistó el primer lugar del Adaptive Surf Australian Pro Championship 2025, un campeonato anual que reúne a surfistas con discapacidades de todo el mundo. Este es el más reciente orgullo, motor y ejemplo para defender las olas como las canchas de entrenamiento de lo que hoy se considera un deporte olímpico.

“Siempre me refiero a las playas como nuestras canchas. ¿Cuándo has visto que en una cancha de fútbol vayan y les echen drenaje o bloqueen el acceso? Nunca. Bueno, estas son nuestras canchas, es donde hacemos nuestro deporte, ustedes nos están tirando aguas negras, nos están bloqueando los accesos”, dijo Otañez.

El presidente lleva tres años dirigiendo la ASBC a través de la cual protege la playa y las olas, y promueve el surfing a través de la organización de torneos municipales y estatales. Cada año se esfuerza por llevar más jóvenes a los campeonatos nacionales y por regresar con más medallas que el año anterior, sin embargo, le preocupa que se pierdan esos espacios donde Bárbara y más surfistas entrenan.

“Algo que ha pasado es que los políticos piensan que se puede surfear en cualquier parte y desconocen todo esto, por eso estamos pidiendo que nos escuchen para que lo comprendan así. Me dicen, vete a otra playa, pero no se puede. Si se construye el puerto no vamos a tener dónde practicar nuestro deporte”, señaló Otañez.

Que las olas de la bahía de Todos Santos desaparezcan o se deformen significa terminar  también con el potencial de competidores que existen en Baja California para representar a México a nivel internacional.

“Por ejemplo, ¿dónde va a entrenar Bárbara si se amplía el puerto de El Sauzal? Ella entrena en Tres Emes. ¿La vamos a tener que mandar a Rosarito? No sé si pueda, ella vive en Ensenada y además las playas de Rosarito están contaminadas. ¿La vamos a tener que mandar a San Diego?”, cuestionó Otañez.

En defensa del bienestar

El mar de Ensenada es una fuente de bienestar para los surfers, pero no solo para ellos, también para los pescadores; practicantes de kayak, yoga o nado en aguas abiertas; y quienes simplemente ocupan el espacio con amistades o familia para ver el atardecer. Es una comunidad muy grande que obtiene su bienestar del mar.

La mayor preocupación para Ibarra es que si desaparecen las olas, lo hará también su familia, esa comunidad utópica que solo ha experimentado en el surf: amorosa, igualitaria y solidaria. Y la tranquilidad que obtiene del mar será interrumpida por el ruido y presencia de barcos y grúas.

“Como surfistas nos vamos también quedando sin los espacios que necesitamos. Para nosotros surfear es vital, sin esos espacios no sé dónde acabará nuestra salud física y mental, nuestro bienestar”, señaló Ibarra.

Las comunidades exigen ser tomadas en cuenta a la hora de plantear este tipo de proyectos y confían que a través del diálogo se puede llegar a un proyecto que incluya las voces y necesidades de todos los usuarios de la bahía.

“No nos oponemos al desarrollo pero si ellos nos presentaran el proyecto y hubieran mesas de trabajo donde se nos incluyera, creo que todo sería muy diferente. Ahí podríamos ver la manera de cómo evitar afectaciones hacia ambas partes”, señaló Otañez.

Escrito por

Daniela Reyes

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