"Es nuestra montaña", comunidades se organizan para salvar el bosque La Malinche

Unos ponen la camioneta, otros cooperan para la gasolina, algunos más se anotan para hacer el trabajo de rastreo de plagas o reforestació...
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Unos ponen la camioneta, otros cooperan para la gasolina, algunos más se anotan para hacer el trabajo de rastreo de plagas o reforestación; cuando la jornada acaba las personas mayores ofrecen comida. Intentar salvar a La Malinche de una plaga que arrasa con miles de árboles al año ha sido una tarea titánica para las comunidades asentadas al pie de la montaña, en el estado de Tlaxcala.

Es el conocido ‘gusano descortezador’ (Dendroctonus mexicanus Hopkins), identificado por primera vez en la comunidad de San Pedro Tlalcuapan, con una afectación identificada de una hectárea.

Esta plaga es considerada uno de los principales problemas fitosanitarios de México. Las larvas se asientan por debajo de la corteza de árboles débiles o enfermos y se transforman posteriormente en escarabajos, mismos que se alimentan del tejido vegetal. En cuestión de meses, el árbol infectado se seca y muere.

Foto: Mario Jasso/ Cuartoscuro

“Se trata de insectos muy peligrosos por los daños que ocasionan. Pueden afectar desde un pequeño grupo de árboles hasta cientos o miles de hectáreas”, apunta la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en su Manual de Sanidad Forestal.

“Se trata de insectos muy peligrosos por los daños que ocasionan. Pueden afectar desde un pequeño grupo de árboles hasta cientos o miles de hectáreas”, apunta la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en su Manual de Sanidad Forestal.

Detener la plaga no es una tarea sencilla, pues se extiende rápidamente. En 2019 pasó de afectar una hectárea a regarse por otros puntos del bosque.

Uriel Flores, uno de los líderes jóvenes de la comunidad de San Pedro Muñoztla, detalló que los primeros meses fueron de incertidumbre.

La Malinche o Matlalcuéyatl, la quinta montaña más alta de México, es un área natural protegida desde 1938, con categoría de Parque Nacional, por lo que no está permitida la extracción y comercialización de madera.

“Como en las comunidades no se talan árboles, había muy poca información, empezaron a surgir muchas dudas. ¿Cómo resolver esto? ¿Cómo atacar esta plaga?, no sabíamos nada”, contó Flores.

El saneamiento de plagas de insectos descortezadores implica una medida radical: tirar los árboles infectados, según indica el Manual de Sanidad Forestal de la Conafor. La acción, a su vez, requiere autorizaciones de la dependencia, conforme al artículo 113 de la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable.

Tener permiso para la ejecución de la única medida fitosanitaria posible obligó a las comunidades a enfrentarse con sus propios vacíos legales: la tenencia legal de la tierra.

“Mientras eso pasaba, la plaga seguía avanzando”, sostuvo Uriel.

En las comunidades afectadas, que en su mayoría se rigen bajo sistemas de usos y costumbres, no hay escrituras legales, solo constancias de propiedad.

Esta situación, además de una serie de decisiones de autoridades estatales y federales en las que no se consideró a los pobladores, alentaron a las comunidades a trabajar de manera articulada.

La plaga no se detiene

Es difícil calcular cuántas hectáreas de bosque han sido impactadas por la plaga de descortezadores en el bosque La Malinche, cuya extensión total abarca 46 mil 112 hectáreas en 12 municipios de Tlaxcala y Puebla.

Las estadísticas dependen de los pobladores, pues ellos identifican las zonas afectadas y posteriormente reportan a la Conafor.

Según el Informe de Emisión de Notificaciones de Saneamiento de Plagas Forestales de Conafor, para 2021 fueron afectadas un total de 1,772 hectáreas por plagas en Tlaxcala. La cifra coincide con la afectación estimada por parte de las comunidades organizadas.

En la comunidad de Muñoztla, los miembros del Comité de Vigilancia del Bosque han sido testigos de su progreso. De una hectárea pasaron a más de 70 en tres años, a pesar de los esfuerzos de combate.

Entre la vegetación más representativa de la reserva protegida están los árboles de oyamel y ocote (los más afectados por la plaga). Es hábitat de más de 900 especies, decenas de ellas endémicas, como el chupaflor canelo, el zumbador mexicano, el chipe rojo, el zorzal mexicano, el murciélago mula, saltaparedes, enebro azul, vencejo nuca blanca y el mirlo pinto, entre otras, de acuerdo con datos de la Conanp.

Esta plaga, también conocida como el ‘descortezador mexicano’, ha sido identificada desde el norte de México hasta Honduras, según se indica en un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP, por sus siglas en inglés).

La zona de mayor distribución es el centro de México, a lo largo de la Faja Volcánica Transversal (FTV), que abarca desde la zona central del pacífico, a la altura de Jalisco y Colima, hasta el centro del Golfo de México por Veracruz.

Gráfico: Shigeru Kabata / Investigador de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP).

El documento de UNDP, firmado por el investigador Diego Reygadas Prado, apunta que este descortezador tarda entre 42 y 124 días en desarrollarse en un árbol, desde su etapa larval hasta convertirse en escarabajo.

Esta no es la primera vez que los bosques de Tlaxcala son asediados por plagas forestales. El registro histórico de plagas de la Conafor muestra que entre 1990 y 2020 unas 5 mil 299 hectáreas han sido impactadas por descortezadores, principalmente en 1990, 1991 y 2013.

La plaga más común en la entidad es el crecimiento de muérdago, una planta semi-parasitaria, que se adhiere a las ramas del árbol, extrayendo su savia y azúcares, con un total de 14 mil 442 hectáreas afectadas. Sin embargo, es, hasta cierto punto, menos nociva, pues su saneamiento puede hacerse de forma manual, sin tener que talar los árboles.

La disputa por la madera

Uno de los puntos más sensibles entre la relación de comunidades y gobierno para terminar con la plaga es el aprovechamiento de la madera, una vez que se talan los árboles.

Entre 2020 y 2021 la pandemia del covid-19 intensificó la crisis económica de las comunidades, de manera que la venta de madera representó, en principio, una oportunidad para hacer frente a la situación, explicó Socorro García, presidenta de la Red Malintzi/ Matlalcueye: Diálogos por la montaña.

El gobierno de Tlaxcala entregó a los pobladores un listado de empresas que comprarían la madera, para “ayudar a las comunidades”.

Iniciaron pagando 70 pesos por metro cúbico de madera, después, ante la inconformidad de los comunitarios, 250 pesos, refirió García. La poca experiencia en el aprovechamiento forestal cobró factura, pues con los meses se dieron cuenta de que el pago estaba muy por debajo del valor comercial, sostuvo la líder comunitaria.

Con base en el Sistema de Precios de Productos Forestales Maderables de Conafor, el precio de madera de largas dimensiones, al primer semestre de 2021, superaba los 1,400 pesos a nivel nacional por metro cúbico de los troncos sin copa puestos para subir al camión.

“¿Dónde quedaba todo ese dinero? Pues en las plazas que hacían entre el gobierno del estado y los madereros. No era muy difícil de intuir que estaba ahí un negocio, si venían por la madera desde estados como Hidalgo o Oaxaca”, cuestionó.

Actualmente, han logrado comercializar el producto en precios que oscilan en los mil y los mil 200 pesos.

Foto: Mario Jasso/ Cuartoscuro

Otro de los problemas subsecuentes fue la tala ilegal de árboles sanos, en las áreas cercanas a donde se consiguieron permisos para derribar árboles infectados, aseveró Socorro García.

Derecho a la participación

García explicó que la Red de Comunidades Unidas Malintzi/ Matlalcueye, integrada por pobladores, activistas y académicos, ha sido un eje fundamental para la participación social en la defensa ambiental de La Matlalcueye (diosa del agua).

Esta Red fue integrada en 2020 para coadyuvar en la organización intercomunitaria de las Comunidades Unidas en Defensa de la Matlalcueyetl, conformada a su vez por los Comités comunitarios.

“Al principio, las dependencias (del gobierno) empezaron a tomar decisiones muy técnicas, los Comités no estaban siendo escuchados”, declaró la presidenta Socorro García. Entre las cuestiones que generaron inconformidad estuvo la emisión de notificaciones a nombre del titular de la Coordinación estatal de Ecología y no de los posesionarios, la elección sin consulta de la empresa que llevaría los saneamientos y el uso de agroquímicos.

En conjunto la Red y el colectivo Artemali de mujeres artesanas de Puebla insistieron en el derecho de los pueblos a la participación, a través de foros y encuentros.

“Necesitábamos llevar a la práctica la aplicación de nuestros derechos como comunidades indígenas que somos, comunidades originarias. Hablábamos desde el derecho a la autodeterminación, a la toma de decisiones a través de las Asambleas, la validez de los Comités”, señaló.

Los conflictos con el gobierno de Tlaxcala por el pago de la madera y el avance de la plaga llevó a los pobladores a manifestarse en la Ciudad de México en mayo de 2021, para emplazar a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para resolver la situación desde la perspectiva del derecho indígena, reconociendo la posesión de la tierra a través de las constancias ejidales.

Los Comités comunitarios de cada localidad funcionan de forma independiente, pero están en comunicación para compartir conocimiento y experiencias.

Una de las tareas del Comité de Vigilancia del Bosque de San Pedro Muñoztla es el monitoreo de la plaga, que consiste en adentrarse en la montaña para ubicar árboles infectados y anotarlos en una bitácora. También han aprendido a utilizar herramientas de geolocalización para facilitar el rastreo, expuso Mayra Galicia, quien también forma parte del grupo.

“Se identifica si hay presencia de plagas, se mide los diámetros del árbol, sus condiciones físicas, si tiene hoja verde, hoja marrón o ya no tiene hojas. A partir de eso se hace un reporte fitosanitario y se entrega a las dependencias de la Conafor para que autorice el saneamiento”, indicó.

Ingeniera en alimentos de profesión, Galicia ha sido clave para el desarrollo de habilidades técnicas. Otros, como Uriel Flores, hacen lo propio con las tareas de educación y sensibilización a través del arte.

Asimismo, los involucrados hacen otros trabajos para salvaguardar el bosque, como reforestación y brechas para evitar la propagación de incendios.

Tanto Flores como Galicia coincidieron en que ha sido un proceso con altibajos, con momentos de estrés y desánimo, debido a diferencias organizativas y apatía de las autoridades.

Pero también hay aprendizajes. Mayra refirió que todos, de una u otra manera, están poniendo su esfuerzo para construir en colectivo. “Hasta las mujeres ya mayores que no pueden subir a la montaña nos dicen ‘cuando bajen aquí les tengo su desayunito’, y esa es su forma de aportar”, detalló.

Para Uriel Flores, esto ha representado una oportunidad no solo para involucrarse con la montaña, sino también para reforzar el sentido de pertenencia.

“Las experiencias de conocer el pueblo, conocer a más gente y conocer el pensamiento de muchas personas, lidiar con todo. Ha sido un aprendizaje. Antes decíamos que estábamos salvando a la montaña, pero al final creo que la montaña nos está salvando a nosotros”, dijo Flores.


Escrito por

Alejandro Castro

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