“La Ley General de Pesca es la única que tutela un recurso natural del que no contempla su recuperación”: García-Peña

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Alrededor del 34% de las pesquerías en México se encuentran sobreexplotadas o en malas condiciones por alguna condición ambiental como la contaminación o la destrucción de hábitats, de acuerdo a datos de Oceana. La falta de recuperación de los recursos naturales deteriorados afecta directamente a los pescadores, que en su mayoría son ribereños.

Para explicar las fallas y áreas de oportunidad en la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables (LGPAS), Causa Natural Media entrevistó a Esteban García-Peña Valenzuela, director de campañas en pesquerías para la oficina en México de Oceana, una organización internacional dedicada a la protección de los océanos.

La entrevista con García Peña ha sido editada para su claridad. 

—¿Cuáles son estas pesquerías que están en malas condiciones?

— Son muchísimas, pero es más o menos el 34 % de las pesquerías de todo el país. 

Por mencionar algunos nombres el huachinango del golfo de México, la langosta y el pulpo en Yucatán, el mero también en Yucatán, el abulón y el erizo en Baja California, está la lisa y el robalo en Sinaloa. También está en malas condiciones algunas especies de escama como el pargo en Oaxaca y Chiapas, el camarón rosado en Campeche.

En fin, todas esas especies están en malas condiciones y urge una ley que mandate a la autoridad y que obligue la participación de las y los pescadores; y de las y los ciudadanos en estas acciones de restauración.

—¿Por qué centrarse en el volumen de unas cuantas pesquerías afectaría a los pescadores ribereños?

Porque la pesca ribereña no reporta tantos volúmenes.

Sin embargo, en Oceana nosotros propusimos un nuevo modelo de medición al que denominamos el índice de importancia social de las pesquerías, y no es nada más complejo que el ver cuántos pescadores están en esta actividad, cuántas embarcaciones, cuántos permisos, cuántos permisionarios y en cuántos estados está presente una pesquería.

Y de lo que nos dimos cuenta es que la más importante de todas es, permíteme usar el nombre genérico, escama. 

Ahí están más de 300 especies que tienen escamas de aletas y que son las que conocemos como los pescados que comemos, pues en su mayoría estas pesquerías son llevadas a cabo por pescadores ribereños.

—¿Qué otros factores afectan a los pescadores ribereños?

La crisis climática también está generando anomalías en el agua, y ya sea por temperatura o por corrientes o por oleaje, lo que está pasando es que los pescadores o no pueden salir por el temporal, o el agua está tan caliente que las especies se van hacia aguas más profundas.

Y, este es como el palillo que agarra la cereza del pastel que va hacia abajo: la menor inversión por parte del gobierno federal en labores de inspección y vigilancia. El furtivismo ha crecido y eso lo dice la Cámara Nacional de Industria Pesquera.

—¿Qué características debería tener un marco regulatorio que recupere y proteja la abundancia marina?

Nosotros en Oceana no vamos a hablar ni de bueno ni malo, vamos a hablar de lo que se necesita. La ley necesita, número uno, dividir la regulación de la acuacultura, que es una acción que nada tiene que ver con la pesca.

Porque la pesca es una actividad de aprovechamiento natural, de un recurso natural que requiere un manejo específico para no perderlo o para recuperarlo. A diferencia de la acuacultura, que tiene otras técnicas.

Necesitamos empezar a considerar dividir estos dos sectores y que cada uno tenga su propia ley.

— Respecto a la ley, ¿por qué es necesario separar la pesca ribereña de la industrial?

Es una ley que discrimina entre la pesca ribereña y la pesca de altura, porque pone en igualdad de circunstancias a quien tiene posibilidades económicas mayores, como es la industria, de quien tiene posibilidades económicas menores, que es la pesca ribereña.

A ambos les pones las mismas condiciones de competencia, tienes que tener un permiso, tienes que tener una concesión, tienes que hacer estudios, tienes que hacer una serie de cosas y que dejan en situación de desventaja al pescador ribereño.

Por lo tanto, sí tiene que haber una diferenciación en la forma en que se va a autorizar la pesca a la industria y a la pesca ribereña.

—¿Qué huecos encuentras en la LGPAS?

La Ley General de Pesca es la única ley que tutela un recurso natural que no contempla su recuperación en caso de que esté, digamos, deteriorado.

¿Dirías bueno, y cuáles otras? La ley General de Vida Silvestre las contempla y hay acciones expresas para la restauración de la vida silvestre.

La ley General de Desarrollo Forestal Sustentable contempla la restauración de los recursos forestales de los bosques; vaya, la ley de Aguas Nacionales contempla la restauración de las cuencas hidrológicas para el mantenimiento del ciclo del agua; la ley Minera, la restauración de los ecosistemas que interviene; la ley General del Equilibrio Ecológico habla de esta gran utopía de la recuperación del equilibrio ecológico.

—¿Cómo se pueden solucionar esas faltas? 

Es fundamental que la ley General de Pesca establezca la obligatoriedad del gobierno de recuperar las especies pesqueras que están en malas condiciones, sobreexplotadas, deterioradas o colapsadas y que aseguren la participación de los pescadores en esas acciones de recuperación, porque nadie sabe mejor cómo aprovechar un recurso que los propios pescadores.

—Con los huecos y áreas de oportunidad que la LGPAS presenta, ¿cómo se puede medir el éxito de una pesquería?

Yo creo que no hay  mejor éxito que decir que la pesca contribuye en México hacia la soberanía alimentaria y eso no está ocurriendo. 

En México, desafortunadamente la pesca se está agotando, mucha se exporta, mucha de gran calidad, por ejemplo, atunes o camarón de pesca y como aquí cuesta muy cara y tiene mercados internacionales, pues no, no ayuda mucho a la soberanía alimentaria o a la seguridad alimentaria de México.

—¿Qué ejemplos de pesquerías consideras exitosos?

Yo te podría hablar de Pesca ABC (asociación civil), que está en el Alto Golfo de California, que está logrando darle un valor agregado a la curvina, en lugar de que la curvina cueste 10 pesos, ahora cuesta 80 ó 90 o más, porque le dan un valor agregado al momento de la captura, al momento del procesamiento.

Lo mismo está pasando con la pesquería de escama en este corredor que ya es muy conocido, que es el corredor San Cosme Punta Coyote, en donde (pescadores) lograron recuperar la pesquería de escama.

Entonces necesitamos que el éxito de los recursos pesqueros sea medido en ese sentido, en la soberanía alimentaria.

Que la pesca sea lo suficientemente o genere los ingresos sostenidos en el tiempo, porque también el éxito de la pesca es que no la sobreexplotemos, sino que esté en equilibrio, pero que los recursos sostenibles generen mejores y estables condiciones de vida y bienestar para los pescadores, y que tenga una mayor participación en la canasta básica, que tenga una mayor participación en la soberanía alimentaria de este país.

Escrito por

Kenya Robles

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