Mujeres sostienen al sector pesquero mientras enfrentan trabas de exclusión

Cada temporada de pesca, las mujeres del Golfo de Santa Clara, en Sonora, preparan mesas, lonas y cuchillos para procesar la captura de c...
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Cada temporada de pesca, las mujeres del Golfo de Santa Clara, en Sonora, preparan mesas, lonas y cuchillos para procesar la captura de camarón, curvina o medusa bola de cañón que traerán los pescadores.

Las labores inician desde las cinco de la mañana. Mientras que los hombres se dirigen al mar, la mayoría de las mujeres están en la cadena de valor, como se le conoce a todas las actividades que comprenden antes, durante y después de la captura.

“Aquí la mujer es la que ayuda en tierra, la que recibe el pescado, la que lo limpia, la que prepara, va y entrega. Ya ni se diga cuando hay temporada de aguamala (medusa), que son muchas más las mujeres que se suben a la panga para ir a capturar”, describió Mónica Valenzuela, de 43 años.

Nacida de familia de pescadores, Mónica aprendió a limpiar pescado y pesar camarón desde que era una niña. Todo su trabajo está en el sector pesquero, y fue en 2016 que decidió fundar la Cooperativa Turísticas Mujeres del Alto Golfo, donde ella y seis compañeras más se dedican a las actividades poscaptura, como limpiar, pesar, descabezar y filetear el producto que llega a tierra.

La iniciativa surgió ante las dificultades económicas en sus hogares, consecuencia de las restricciones a la pesca por medidas de protección enfocadas en la vaquita marina durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Tres años antes, en la misma localidad, Miriam Pérez, hoy presidenta de la Sociedad Cooperativa Trabajadoras del Golfo, había decidido agruparse con otras mujeres de la comunidad por los mismos motivos. Principalmente cuando notó que, pese a sus labores, eran excluidas de los acuerdos.

“En aquel momento, decidieron las sociedades cooperativas de pescadores. Nosotras quedamos fuera porque no se consideró parte del gran problema que las mujeres participaran en la pesca al margen de la ley, sin regularización, sin registro”, recordó Pérez.

En México, se contabilizan alrededor de 22 mil mujeres en la pesca y acuacultura, de acuerdo con la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (Conapesca). El 72% desempeñándose en la producción primaria y el 28% en el procesamiento de los productos.

En un panorama internacional, de las 200 millones de personas que se dedican al sector pesquero artesanal, se estima que el 50% son mujeres.

“El problema con el trabajo de las mujeres en la pesca es que sus aportaciones suelen ser invisibilizadas. Tendemos a pensar en el sector pesquero como sinónimo de salir al mar y extraer, y no vemos todas las actividades previas, posteriores y complementarias que también contribuyen y que son donde se desenvuelven las mujeres”, señaló Neyra Solano, especialista en género en Comunidad y Biodiversidad (COBI) A.C.

Solano explicó que también la participación femenina es infravalorada porque se asume como una extensión del trabajo del hogar, como parte de su rol de madres, esposas e hijas.

“Incluso las estadísticas pesqueras suelen estar basadas en quienes pescan o son dueños de embarcaciones y permisos. Como las mujeres no suelen tener amplia presencia en estos espacios (debido a los roles de género), eso las mantiene relegadas”, apuntó la especialista.


La pesca (no) remunerada

El 17 de mayo de 2020, Raúl Elenes Angulo, entonces titular de la Conapesca, declaró en conferencia que se reconocería por primera vez el papel de las mujeres en la cadena de valor mediante Bienpesca, el único subsidio federal que se ha otorgado este sexenio al sector.

Ese mismo año, Miriam Pérez y sus compañeras de cooperativa no pudieron acceder al programa. La respuesta de los Servidores de la Nación encargados del proceso, recordó, fue que su postulación no aplicaba porque pertenecían a trabajos de la cadena de valor, a pesar de tener la documentación necesaria y los registros actualizados.

“Estamos de acuerdo que la mayoría de los hombres son pescadores, pero hay muchas mujeres que están en las cadenas productivas, y lamentablemente la gente es incrédula y no quiere aceptar que nosotras trabajamos en los mismos sectores que los hombres, bajo los mismos valores de la pesca”, sostuvo Pérez.

Finalmente, para conseguir el subsidio algunas de ellas tuvieron que añadirse a las cooperativas de otros pescadores del Golfo de Santa Clara, donde su trámite sí procedió.

“Los factores culturales a veces influyen en quien puede acceder a estos beneficios. Aunque a nivel nacional se pueda tener una consigna de que (Bienpesca) se entrega a todas las personas, la información a nivel comunitario difiere en el sentido de que se sigue viendo a la pesca como una actividad para hombres”, explicó la especialista Neyra Solano.

A esto se agrega que un 76.5% de las mujeres mexicanas en el sector pesquero laboran sin recibir pago de forma periódica, de acuerdo con el Censo Económico 2019 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En algunos otros casos, los trámites suelen demorar más de lo previsto. Como Mónica Valenzuela, quien tiene cuatro años esperando que la Conapesca concluya la autorización de los permisos pesqueros para su cooperativa.

“La cooperativa ya está dada de alta y cumple con los requisitos, pero con los permisos se hace más fuerte… No se ha concretado porque tienen traspapeleos y no le dan seguimiento. Aquí en la localidad es reconocido que la mujer esté en la pesca, pero en los trámites continúan las trabas. Ven el nombre en el documento y ponen cara de ‘éstas que quieren’”, señaló.

Aunque Mónica considera que en su comunidad, el rol de la mujer es aceptado, para otras localidades de la región del Alto Golfo de California, como San Felipe, en Baja California, las mujeres permanecen al margen, pese a que es una de las actividades principales en la zona.

“La realidad aquí en San Felipe es que la participación de las mujeres se está dando gradualmente, pero es casi nula. Últimamente hemos tratado de integrar más mujeres, que no tengan miedo, que no se sientan intimidadas. Es difícil”, explicó Anabel Espinoza, de 33 años.

Espinoza es parte de la nueva generación de mujeres que decidió emprender desde la pesca en San Felipe. Al pertenecer a una familia de pescadores y estudiar la licenciatura en Derecho, el verano pasado creó una cooperativa mixta enfocada en la acuacultura, donde tiene proyectos sostenibles para promover la concientización a favor de una especie en riesgo como la totoaba.

“A veces no consideramos a las actividades complementarias de la pesca, donde se encuentran aquellas que están enfocadas en la sostenibilidad y la conservación. Aquí nos encontramos con mujeres y hombres que participan en monitoreos pesqueros, limpieza de playas, restauración de manglares, estas otras actividades que contribuyen al manejo y a la toma de decisiones, pero no están siendo visibilizadas”, agregó la especialista Solano.

Con el paso de los años, cada vez son más visibles las cooperativas pesqueras integradas o lideradas por mujeres. Foto: Conapesca.

Creadoras de alternativas sustentables

María Prodigios Piñón Castro, conocida sólo como Poli, ha vivido 27 años en el Golfo de Santa Clara. Es una de las 88 mujeres que pertenece a los Monitoreos Administrativos Comunitarios que impulsan agrupaciones pesqueras y la organización Environmental Defense Fund (EDF) de México, con apoyo del gobierno federal, desde 2011.

Los monitoreos se crearon como herramienta para poder tener un mejor seguimiento de quién pesca, cuánto pesca y cómo pesca. Principalmente en temporada de curvina, por su importancia al estar dentro de la zona protegida de la Reserva de la Biosfera del Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado.

“Al principio no éramos bien vistas, la verdad. Tuvimos que sufrirle un poco porque el pescador es desconfiado y, en un inicio, no valoraban lo que estábamos haciendo con los monitoreos… Actualmente somos muy respetadas por pescadores y la gente de la comunidad”, relató Poli.

Sin embargo, relató que la actividad se ve amenazada por la falta de apoyo destinado por el gobierno federal, principalmente, presupuesto.

La falta de recursos y estabilidad financiera ha ocasionado que las trabajadoras de las diversas cooperativas pesqueras o programas de monitoreo se empleen en otras actividades como el comercio o las plantas procesadores de la pesca industrial.

"En ocasiones, la falta de datos desagregados por sexo conlleva a una formulación de política sin perspectiva de género. Y esto puede dar como resultado el financiamiento inadecuado para este sector económico en particular”, indicó Neyra Solano, experta de COBI A.C.

El primer paso para tomar mejores decisiones, afirmó, es visibilizar el rol de las mujeres en estos espacios para que se les incluya en la toma de decisiones.

Mientras tanto, los proyectos también continúan. La Cooperativa Turísticas Mujeres del Alto Golfo se integró a la red internacional Renatur para impulsar recorridos turísticos sustentables; la Sociedad Cooperativa Trabajadoras del Golfo ha dejado el mar para también promover acciones de saneamiento y limpieza pública; y los grupos de monitoreo recientemente iniciaron una serie de capacitaciones para conformarse como una asociación civil y continuar impulsando la labor de las mujeres.


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