El turismo desmedido en la costa norte de Colombia se convirtió en una amenaza para las tortugas marinas. La ocupación de zonas de anidación ha llevado a que la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique) encabece un proyecto para recolectar información que permita identificar las playas de anidación en Bahía de Barbacoas y la isla Barú, en el departamento de Bolívar.
“(En Barú) se desarrolló un turismo que no es compatible con la supervivencia de las tortugas marinas, así que (el personal de) Parques Nacionales empezó a alertar que a partir de 2014 ó 2015 hubo una disminución de eventos de anidación. De allí surge la necesidad de actualizar toda esa situación y determinar las mejores estrategias de interacción con la comunidad para la conservación de la tortuga marina y todo el ecosistema”, explicó Andrés González, profesional especializado de la Cardique.
De acuerdo con González, el principal enfoque del proyecto hasta ahora ha sido la recolección de información, como la zonificación de los puntos de anidación y la geomorfología de las playas. Ésta se comenzó a trabajar a principios de este año de la mano de pescadores de las comunidades de Bolívar y la Fundación Omacha, también dedicada a la conservación en Colombia.
Con dicha información se construye un diagnóstico para definir un protocolo de conservación de las tortugas marinas. Hasta el cierre de esta edición, el diagnóstico aún no es público y sigue bajo revisión de Cardique.
Playa Blanca y un diagnóstico
Las instituciones dedicadas a la conservación ambiental en Colombia identifican que el turismo en Barú tuvo un proceso de masificación. Principalmente después de 2014, cuando se construyó un puente a playa Blanca, de isla Barú a Cartagena.
Por su parte, las medidas que ha tomado el gobierno recientemente están enfocadas sólo al mantenimiento. De acuerdo con el Decreto del 19 de octubre de 2022 firmado por la alcaldía de Cartagena, dos días al mes, de enero hasta abril, la playa se cerrará y durante este tiempo se harán jornadas de limpieza y capacitación.
La medida comenzó a aplicarse este año, pero no es la primera vez que el gobierno toma esta decisión. El cierre de playas tiene antecedentes desde el 2015.
A pesar de las acciones, el problema más fuerte es la ocupación de playas. Playa Blanca se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos con la visita de hasta 14 mil personas en temporada alta, lo que supera la capacidad de una zona que puede recibir hasta 3 mil diarias.
“Entre las amenazas está la ocupación de las zonas de anidación, entre muchas otras cosas como la calidad del agua, pero digamos que el principal factor, de donde depende toda la problemática es la ocupación y la dinámica de uso de los ecosistemas”, apuntó Andrés González de Cardique.
A esto se suman otros factores que tienen un impacto como el inadecuado manejo de residuos, la contaminación y la sobrepesca. La principal especie de tortuga amenazada es la carey (Eretmochelys imbricata).
El proyecto de Cardique, en cooperación con Fundación Omacha y las comunidades de Barú y Bahía Barbacoas, por ahora ha logrado su primer diagnóstico. Y se espera que para el próximo año se implementen protocolos según la necesidad de cada comunidad.
Entre la información a considerar se encuentra la temperatura para ver si es necesario o no implementar incubadoras que faciliten la nidada de la tortuga. Así como regular la incidencia del sexo para que exista un equilibrio entre machos y hembras. En algunos otros casos, según el nivel de urgencia, se contemplaría la extracción de la nidada para brindar mejores condiciones de conservación.
Cardique ha seguido trabajando con las comunidades a través de sus consejos comunitarios, pero también espera la contribución de las autoridades oficiales.
“Obviamente este trabajo tiene que hacerse en compañía de otras autoridades como policía, parques nacionales, la alcaldía de Cartagena o las alcaldías del lugar. Y nosotros también como autoridad ambiental haremos nuestro trabajo de conservación y gestión de los recursos”, explicó González.
Otra de las acciones que se espera emprender el próximo año como parte del proyecto es establecer las jornadas conforme las épocas de anidación de tortugas. Mismas que irán acompañadas de un monitoreo según la comunidad.
“El reto principal de nosotros en el trabajo comunitario es lograr una sensibilización que permita un uso sostenible. Nosotros debemos tener la certeza de que los eventos de anidación van a ser debidamente notificados. Como es un monitoreo participativo, la comunidad tendría principalmente la responsabilidad de avisarnos de los eventos de reproducción que no estén o que no hayan sido registrados durante las jornadas de monitoreo”, añadió el especialista.
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