Sargazo en el Caribe mexicano, 7 años sin soluciones

A mediados de 2015, ante el asombro de la comunidad científica, grandes volúmenes de algas pardas llegaron a las costas del Caribe mexica...
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A mediados de 2015, ante el asombro de la comunidad científica, grandes volúmenes de algas pardas llegaron a las costas del Caribe mexicano. El azul turquesa del mar se tornó marrón por la descomposición de esos organismos.

Una máquina recolectora, bandas de extracción y una serie de lineamientos de recolección emitidos por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) fueron parte de las primeras propuestas para hacer frente a una problemática cuyos efectos ambientales aún eran desconocidos.

En 2016 y 2017 la floración de sargazo en el mar disminuyó considerablemente y su afectación a las costas fue mínima, por lo que hubo una pausa en la búsqueda de soluciones, explicó Rosa María Rodríguez Martínez, investigadora de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y pionera en el análisis de los impactos del sargazo.

No obstante, en 2018 altos volúmenes de algas desbordaron en las costas de Quintana Roo. Dicho año registra el pico más alto de floración de sargazo en el océano, con más de 20 millones de toneladas, según el registro del Laboratorio de Oceanografía Marina de la Universidad del Sur de Florida (USF). En los años siguientes el arribo ha sido en menores cantidades, pero con notables afectaciones.

La floración de sargazo inicia entre los meses de febrero y marzo y tiene sus picos más altos en el verano, mostrando una disminución en los meses de septiembre y octubre, según el patrón de comportamiento registrado por la USF. Para este año ya se observan grandes cantidades en la zona de la Riviera Maya y la costa este de Cozumel.

En Playa del Carmen el olor fétido de las algas se extiende hasta por 400 metros hacia la zona urbana, donde se encuentran los hoteles y la mala imagen ahuyenta a los turistas.

Las playas blancas y la tonalidad del mar son el principal activo turístico de la región, que anualmente atrae a más de 14 millones de turistas, de acuerdo con datos de la Secretaría de Turismo de Quintana Roo.

El sargazo representa una de las mayores amenazas ambientales y económicas en el mediano y largo plazo, sin que hasta el momento existan soluciones en puerta, dijo Rodríguez Martínez.

Impacto de las algas

Brigitta van Tussenbroek, también pionera en la investigación del sargazo y académica de la Unidad de Sistemas Arrecifales de la UNAM en Puerto Morelos, explicó que a las costas mexicanas siempre han llegado algas en cantidades menores, provenientes del Mar de los Sargazos, un ecosistema ubicado en el atlántico norte. El primer registro de estas algas data de 1,492, en el cruce de Cristóbal Colón.

Sin embargo, las especies de sargazo que recalan de forma masiva en las costas caribeñas son un fenómeno nuevo, que comenzó a monitorearse en 2011. Se trata de un cinturón de sargazo que tiene origen en el Atlántico Sur, entre las costas de Brasil y África.

La especialista detalló que hay una gran diferencia entre el ‘original’ Mar de los Sargazos y el sargazo pelágico que actualmente afecta las playas. El primero es un ecosistema en el océano abierto que funciona como un gran refugio de biodiversidad.

En cambio el fenómeno reciente de sargazo transforma por completo el ecosistema costero. La descomposición de algas en la costa carga de nutrientes y metales pesados el agua y elimina el oxígeno disponible, una combinación nociva para los organismos vivos adaptados a aguas puras.

“El sargazo mismo no es dañino, lo que daña son las enormes masas que llegan a nuestras costas y se empiezan a descomponer. Viene la liberación de gases, las bacterias, la falta de oxígeno, causa estrés a diferentes organismos”, detalló Van Tussenbroek, experta en macroalgas.

Entre las principales problemáticas registradas está la muerte de pastos marinos, que tienen alta relevancia ambiental para evitar la erosión costera, son alimento de múltiples especies como las tortugas marinas, refugio de organismos marinos pequeños y captadores de dióxido de carbono.

Otro de los impactos ya visibles es la disminución de los arenales, apuntó Van Tussenbroek. Además de la muerte de pastos marinos, durante el proceso de recolección manual de sargazo también se recogen cantidades de arena diariamente.

Una investigación liderada por Rosa Rodríguez Martínez, realizada entre 2018 y 2019, con el análisis de 63 muestras, arrojó que el sargazo contiene elementos como arsénico, cobre, manganeso y molibdeno.

Asimismo, un análisis de Rodríguez Martínez encontró ejemplares de al menos 72 especies muertos entre las algas, principalmente peces y crustáceos.

Otra de las preocupaciones principales, expuso, es la mala gestión del sargazo que se recoge de las playas, pues es depositado en sascaberas, rellenos sanitarios o sitios no autorizados.

Durante el proceso de descomposición de las algas se liberan líquidos lixiviados, que por las características del suelo regional, pueden llegar con facilidad al acuífero y contaminar el agua.

La llegada masiva de algas pardas a las costas del Caribe Mexicano coincide con el brote de la enfermedad coralina del Síndrome Blanco en el Arrecife Mesoamericano. Aunque Rodríguez indicó que no hay datos para asociar al sargazo como una causa de la enfermedad, apuntó que la mala calidad del agua contribuye a la vulnerabilidad de los corales.

Sin estrategias ni soluciones

Desde 2015, para hacer frente a la problemática, los Ayuntamientos se han hecho cargo de la limpieza de playas públicas, mientras que los concesionarios de playas, como hoteles y restaurantes, son responsables de mantener limpios sus frentes.

El gobierno de Quintana Roo, a través de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (SEMA), está encargado de la colocación de barreras de contención.

En 2019 el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, encargó a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) la coordinación y acciones para resolver las afectaciones del sargazo. La dependencia, a su vez, implementó trabajos de recolección en el mar.

Para Rosa Rodríguez, la recolección en el mar actualmente es ineficiente y costosa, pues es mínimo el volumen de algas que se recoge. “La distancia que cubre el buque son 15 kilómetros, eso claramente es insuficiente”, dijo. El litoral de Quintana Roo abarca mil 176 kilómetros.

Alejandro Bravo, oceanólogo y uno de los creadores del primer proyecto piloto para la contención del sargazo, reconoce que las acciones que se desarrollan actualmente ‘han quedado cortas’ para controlar el problema, además de los costos que representan.

“No ha funcionado. Tenemos que buscar otras alternativas. Yo creo que la más viable es la recolección desde el mar, porque una vez que lo tienes en la costa ya es un problema”, sostuvo el especialista, quien también es miembro del Consejo Asesor Estatal creado para diseñar políticas públicas de atención al sargazo.

Tanto Rodríguez como Bravo coinciden en que es necesario que se destine presupuesto público a la investigación y herramientas para controlar el sargazo, antes de que sus efectos en las costas sean irreversibles.

“Los municipios cobran un Derecho de Saneamiento Ambiental y debe destinarse para esto, recurso hay, solo que no se sabe en qué se está gastando”, afirmó Rodríguez. “No se pueden esperar resultados diferentes si se sigue haciendo lo mismo”, añadió.

Otro de los temas pendientes es la elaboración de una Norma Oficial Mexicana (NOM) para la recolección, manejo y uso del sargazo para fines comerciales, a propuesta del Consejo Asesor Estatal, misma que debe ser emitida por el Comité Consultivo Nacional de Normalización de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Comarnat).

Escrito por

Alejandro Castro

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