Guardianes del mar contra la pesca furtiva en el Caribe mexicano

La captura ilegal de peces es una amenaza para los recursos marinos y, por tanto, la economía de miles de familias de la región de la Pen...
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La captura ilegal de peces es una amenaza para los recursos marinos y, por tanto, la economía de miles de familias de la región de la Península de Yucatán. Las cooperativas de pescadores lo tienen claro, pero combatir el problema representa un reto mayúsculo.

No es una problemática nueva, por décadas se ha documentado, pero los efectos ya son visibles. Un declive en la población de peces de alta relevancia ecológica y otros de interés comercial ha obligado a los pescadores a organizarse para hacer frente al problema.

A través de la alianza Kanan Kay (Guardián del pez, en lengua maya), seis cooperativas del Caribe mexicano están enfocadas en vigilar las Zonas de Refugio Pesquero de la región, con el fin de garantizar la sostenibilidad de las especies.

La iniciativa arrancó en 2012 con la conformación de la primera Red de Refugios Pesqueros de Quintana Roo. La Cooperativa Pesquera de Cozumel dio los primeros pasos para involucrar a los trabajadores del sector en la protección activa de los recursos marinos.

A la fecha, a este colectivo se han sumado también las cooperativas pesqueras Andrés Quintana Roo, Vígía Chico, Banco Chinchorro, Langosteros del Caribe y la cooperativa turística Mujeres del Mar.

Uno de los objetivos de 2022 es abarcar toda la región peninsular.

Realizar recorridos de vigilancia, presentar información para hacer denuncias, difundir prácticas de protección al ambiente, son algunas de las actividades a las que se han sumado las cooperativas.

El proyecto se centra en el cuidado y vigilancia de las Zonas de Refugio porque son sitios claves para la conservación y subsistencia a largo plazo de las poblaciones pesqueras, explicó Victoria Jiménez, coordinadora de la Alianza.

Se trata de áreas delimitadas en las aguas de jurisdicción federal, con la finalidad primordial de conservar y contribuir al desarrollo de los recursos pesqueros, para su reproducción, crecimiento o reclutamiento, así como preservar y proteger el ambiente que lo rodea, según lo dispuesto en la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables.

Victoria Jiménez, coordinadora de Kanan Kay, explicó que si bien el eje central de las actividades de la Alianza son las cooperativas, hay detrás un grupo de expertos y

organizaciones de la sociedad civil, como el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN). Healtly Reefs Initiative, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), Oceanus A.C, Mar Sustentable, entre otras.

“Surge como una necesidad, primero porque se observó una baja en las capturas y también porque había intención de proteger al Arrecife Mesoamericano”, explicó la coordinadora.

La alianza actualmente abarca 17 refugios pesqueros, que representan una superficie de 19 mil hectáreas.

Uno de los objetivos principales es incrementar 30% la población de peces en dichas Zonas, establecidas en hábitats críticos. Estas acciones llevan al “efecto de desbordamiento”, es decir, el repoblamiento de especies de interés comercial y ecológico en áreas aledañas donde la pesca sí está permitida.

Jiménez detalló que el combate a la pesca furtiva no es una tarea simple para los pescadores, pues comúnmente trae conflictos con personas de sus propias comunidades o incluso son amenazados.

“Sucede muy seguido que, como son comunidades pequeñas, ellos conocen a las personas que hacen pesca ilegal, y confrontarlos les acarrea problemas”, detalló.

Kanan Kay cuenta con una aplicación móvil de denuncia, a través de la cual se hace llegar cada caso a las autoridades correspondientes sin revelar la identidad de quien denuncia.

“La denuncia sale a nombre de la Alianza, ya no del pescador, y un abogado de la alianza le da seguimiento”, detalló.

Los pescadores también reciben capacitación legal, pues como vigilantes comunitarios tienen atribuciones limitadas, toda vez que no pueden hacer uso de la fuerza ni hacer detenciones.

En las áreas de trabajo hay puntos rojos identificados. Uno de ellos es el canal Nizuc, que conecta el Mar Caribe con la Laguna Nichupté, en Cancún, Quintana Roo.

Aquí casi todas las noches hay presencia de pescadores furtivos. Las señaléticas que indican la prohibición de captura parecen inútiles.

En este sitio, decretado como Zona de Refugio en 2018, las malas prácticas ponen riesgo la reproducción de especies de alta relevancia ambiental y comercial, reconoce Arturo González, director del Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc.

En el poblado de Akumal también hay una problemática grave, pues en la zona costera han aparecido restos de especies cuya extracción está prohibida, como el caracol rosado.

En Banco Chinchorro, por ejemplo, los pescadores ilegales extraen langostas sin respetar las tallas mínimas y periodos de veda.

Captura ilegal no solo afecta a los peces

La extracción de recursos marinos sin autorización pone en riesgo no solo a las poblaciones de peces, sino también al equilibrio ecológico, expuso Melina Soto, de la organización Healthy Reefs Initiative.

Cuando se hace pesca ilegal, dijo, no se tiene idea de qué se extrae, las especies, tallas, volúmenes.

Frente a las costas del Caribe mexicano se extiende por más de mil kilómetros el Arrecife Mesoamericano, una de las barreras coralinas más grandes del mundo, de la que dependen múltiples servicios ambientales y económicos para las comunidades costeras.

Healthy Reefs Initiative estudia desde hace más de una década la salud de este sistema arrecifal, a través de cuatro principales indicadores: corales vivos, crecimiento de macroalgas, biomasa de peces comerciales y biomasa de peces herbívoros.

Todos los indicadores están relacionados entre sí, para que haya corales vivos es necesario que exista equilibrio. Los peces herbívoros se alimentan de algas carnosas, así evitan que estas crezcan sobre los corales y los asfixien.

Los peces loro, indispensables para la salud del arrecife, están protegidos por la Norma Oficial Mexicana 059-Semarnat-2010, pero la pesca furtiva no distingue especies protegidas.

El último reporte de Healthy Reefs, publicado en 2020, da cuenta de una disminución en la población de peces arrecifales, tanto herbívoros como comerciales, lo cual tiene impactos directos en la salud de los corales.

Melina Soto recordó que el Arrecife Mesoamericano se encuentra gravemente impactado, tras el brote de la enfermedad del Síndrome Blanco en 2018, que arrasó con colonias de más de 25 especies.

El arrecife brinda protección a la infraestructura costera ante huracanes y tormentas.

Es hábitat de cientos de especies marinas y ofrece belleza natural para el desarrollo de actividades turísticas.

La pesca ilegal, con prácticas irresponsables, también tiene impactos sobre otro tipo de fauna, como las aves o tortugas marinas.

Alfredo Benitez ha trabajado por más de 10 años en la Laguna Nichupté de Cancún. Diariamente observa aves enredadas en hilos de pesca, que quedan atorados entre los manglares, contó.

El también fundador de la iniciativa Frente de Protección al Manglar afirmó que los pescadores ilegales no solo extraen peces en sitios restringidos, sino que también arrojan basura que después se comen los cocodrilos; dejan hilos y redes de pesca tirados, que luego estrangulan a aves y fauna marina.

“El otro día fue encontrada una tortuga carey enredada en un hilo de pesca; semanas atrás pudimos rescatar a una garza que estaba colgada del manglar, tenía el anzuelo en el pico. Es cosa de todos los días”, aseveró.

Asimismo, agregó que los pescadores furtivos encienden fogatas en áreas no permitidas, pues la captura se realiza por la noche.

Extender las zonas de refugio

En Quintana Roo más del 95 % de las aguas territoriales cuentan con algún esquema de protección ante la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

 Tan solo la Reserva de la Biosfera del Caribe mexicano cuenta con una superficie de 5.6 millones de hectáreas. Pero las zonas donde está restringida por completo la extracción no representan siquiera el 0.5%.

De acuerdo con Melina Soto, México debería apostar a los estándares internacionales, donde se habla de un 30% del territorio marino bajo un esquema estricto de protección, es decir, donde no se permite ningún tipo de extracción.

“Es importante entender el papel que juegan los peces en la salud del ecosistema marino y en nuestra propia salud. Somos una región costera y muchas familias dependen de la pesca para obtener recursos económicos y para su seguridad alimentaria”, apuntó.

La Alianza Kanan Kay también hace trabajos de socialización con las comunidades para que sean estas quienes impulsen nuevas Zonas de Refugio Pesquero.

Con el plan de expansión a Yucatán y Campeche, la Alianza busca replicar el modelo implementado en Quintana Roo durante los últimos 10 años, con resultados exitosos.

Victoria Jiménez detalló que tanto en Campeche como en Yucatán ya se tienen identificadas comunidades y cooperativas con potencial de trabajo.

“Los pescadores están tratando de tomar acción, de comprometerse, estamos trabajando en ese proceso de cambio”, concluyó.


Escrito por

Alejandro Castro

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